Llevamos varios días dándole vueltas entre todos al polémico asunto de la llamada mayoría silenciosa, desde que el Presidente del Gobierno se refiriera a aquellos que están en sus casas sin salir a manifestarse como personas que no comparten las mismas ideas de quienes sí se manifiestan o, al menos, no comparten sus métodos. Mucho se ha dicho sobre este asunto y muchas son las interpretaciones, no tanto de las palabras de Rajoy, como de los silencios de quienes no se unen a las protestas.
Como este no es un blog de política, dejaremos este tema a un lado, pero creo que es bueno compararlo con algo mucho más televisivo y que a algunos nos puede sorprender en interesantes contradicciones internas: las audiencias.
Los programas que triunfan en televisión en nuestro país son programas que rondan el 20% de share (luego hay casos excepcionales como el de La Voz o las retransmisiones deportivas, pero no son la norma). Ese 20% de share justifica que existan programas muy criticados como Sálvame o, en su momento, Dónde estás corazón y Aquí hay tomate, también de que repitan Pretty Woman cada año. La gente los quiere y las cadenas se los dan pese a que la mayoría de los espectadores, ese 70-80% restante, están viendo otra cosa. No todos ven lo mismo, no todos dejan de seguir esos programas mayoritarios por los mismos motivos, pero sí podemos afirmar que a la mayoría no le interesan . Pese a todo, las cadenas trabajan para agradar al 20%.
Y si llevamos la comparación, que sigo sin tener muy claro si ha lugar a hacerlo, al extremo, no podemos pasar por alto el ya famoso caso de La Noria y su entrevista a El Cuco. Muchos espectadores se unieron para protestar ante las marcas por ser el sustento de este tipo de entrevistas, muchos espectadores que no seguían el programa y que reclamaban a la cadena y los anunciantes que retiraran su apoyo a estas prácticas. En Telecinco se defendía La Noria amparándose en ese 20% de share que apoyaba mayoritariamente el programa cada sábado y a muchos se nos llenaba la boca haciendo cuentas y diciendo que un 80% de los consumidores no lo veían, aunque sí eran susceptibles de comprar jamón cocido y otras viandas, motivo suficiente para ser tenidos en cuenta. Es más, los que ni siquiera ven la tele, mayoría aún más silenciosa, también podían participar del enfado, pues ellos también hacen sandwiches para merendar aunque no vean la tele.
Sinceramente, no sé si tiene sentido hacer este tipo de comparaciones, ni sé realmente si, al hacerlas, el concepto de mayoría silenciosa cobra un sentido más lógico o igualmente absurdo, pero desde que surgió la polémica yo no he podido evitar relacionarlo y hoy, por fin, me he decidido a compartirlo con vosotros por si alguien arroja luz a mis desvelos. Que cada uno saque sus propias conclusiones, yo llevo varios días dándole vueltas y aún no he conseguido
Para mí la lectura es que una cosa es el entretenimiento o la información, otra cosa muy distinta cruzar la línea y pensar que todo vale (el error de Jordi), en ese momento hablamos de algo que afecta a la sociedad en su conjunto y ese 80% que consiente que existan esos programas puede tener algo que decir.