Tras el éxito de series como The Walking Dead en AMC y American Horror Story en FX, parece que la audiencia estuviera ávida de contenidos oscuros y espeluznantes. Como casi todo en esta vida, la televisión y los gustos mayoritarios se guían por ciclos y el de los sustos parece estar en su punto más álgido. Cadenas como las mencionadas se pueden permitir conquistar al espectador a base de vísceras, sexo más o menos explícito y palabrotas, privilegios reservados a la televisión por cable a los que cadenas como ABC no pueden aspirar. Pero eso no significa que no puedan aprovechar el tirón de las series de miedo, adaptándolas a un público más generalista y la prueba la tenemos con 666 Park Avenue.
Un edificio histórico en el centro de Manhattan, propiedad de un matrimonio rico, Terry O’Quinn y Vanessa Williams, habitantes del ático, elegantes, amables, con buen gusto, parte de la ‘creme’ de la sociedad neoyorkina que acude a fiestas con vestidos de 4,000 dólares. Frente a ellos, una joven pareja de Queens, Dave Annable y Rachael Taylor, cargados de sueños y aspiraciones que consiguen el trabajo perfecto: ser los caseros del edificio, trabajo a tiempo parcial, sueldo decente para mantener el costoso ritmo de vida de Manhattan y un apartamento en pleno Park Avenue que jamás habrían podido pagar. Frente a nosotros, la representación más básica del mal y el bien retratada en dos parejas antagónicas que protagonizarán la historia.
Junto a ellos, el piloto nos presenta a algunos de los inquilinos de The Drake, nombre que recibe el edificio y que hace referencia además a un dragón que asoma sus temibles fauces en un mosaico abandonado en el sótano de la vivienda. Un escritor sin inspiración, una fotógrafa de moda, un joven raterilla y un violinista que logró llegar a lo más alto a cambio de un precio que acabó pagando con su vida. Estos son los vivos.
A simple vista, podría parecer una serie más de ABC tipo culebrón con presupuesto, algo estilo Revenge o Brothers and Sisters. Escenarios cuidados, cierto lujo, bonitos vestidos, protagonistas atractivos y mucha historia personal pivotando en torno a un secreto, un misterio que debería permanecer oculto y que pondrá en riesgo la vida de los buenos, que son muy buenos y de los nervios a los malos, que son lo peor disfrazados de gente estupenda. Si no fuera por algunos momentos de tensión clásica del género misterioso/fantasmagórico, por lo potente de la música (excesiva en algunas ocasiones, que parece que el espectador sea tonto y no sepa que se acerca un susto) y por el miedo que da Terry O’Quinn cuando te mira profundamente con esos ojos azules heladores, la serie podría pertenecer a cualquier otro género y conquistar a la audiencia tradicional de la cadena. Con esta vuelta de tuerca, puede que además atraiga a quienes consideran poco atrevidas sus series, quienes quieren algo más de emoción en el prime time y sin necesidad de ahuyentar a los que luego tienen pesadillas viendo series de fantasmas.
Solo hemos visto el piloto, pero creo que la tibieza propia de la cadena puede ser su mejor baza en este caso y que la serie puede ser un éxito razonable. Este mismo domingo se estrena en EE.UU. y a partir del día 9 en versión doblada en Calle 13.
¡Ésta, ésta! Me parece que me gustará (aunque no pude pasar del segundo capítulo de The Walking Dead, pero bueno). ¿Dónde la puedo ver?