Escribo estas líneas apenas unas horas después de haber visto el último episodio de The Newsroom. Ya escribí sobre la serie después de la emisión del piloto y esta semana que se estrena en Canal Plus 1, creo que es el momento de volver a comentarla, con la perspectiva que da haber visto los diez episodios que componen la primera temporada.
Toda mi opinión sobre la serie se resume muy fácilmente diciendo que es una serie excelente pese a todos sus defectos, o quizá gracias a ellos. Sí es demagógica, pero en toda su demagogia nos hace soñar con un periodismo mejor, con un mundo mejor en el que primen los intereses de los consumidores por encima de los de políticos y empresarios que solo miran los números y sus propios objetivos.
Si en España nos emocionamos cuando algún periodista sobresale por encima de sus compañeros siendo incisivo o haciendo las preguntas y reportajes que estamos esperando es porque estamos faltos de algo importante, porque hemos perdido la fe en la política, pero tanto o más en el periodismo. The Newsroom ha hecho pupita en algunas redacciones de informativos porque, al igual que los políticos, hay muchos periodistas que se niegan a aceptar que ellos tienen parte de culpa, porque fallan en el control que, de alguna manera, su profesión les debería obligar a ejercer.
Y dado que, como ciudadanos, ya hemos perdido la ilusión de que la prensa persiga a los que hacen las cosas mal, más allá de sus intereses particulares o los de su empresa, no está mal que una vez a la semana, durante una hora, nos hagan soñar con esa redacción comprometida que vive para destapar el mal, la corrupción, las contradicciones de cada cual, como quién se sienta a ver una peli romántica pensando que existen los príncipes azules.
Sí, en el fondo Sorkin es un romántico, por eso también The Newsroom tiene una importante carga sentimental, excesiva para algunos de sus detractores. Dos triángulos amorosos dotan a la serie de un sentimentalismo que puede espantar a muchos, sobre todo a quienes creyeron que esto era una serie de periodismo y política y se encontraron, episodio a episodio, con que las tramas amorosas pasaban a ocupar quizá más minutos de lo deseado y que la personalidad de algunos protagonistas se volvía menos profesional y hasta histérica en algunos momentos.
Demagogo y romántico, dos grandes defectos que Sorkin logra combinar de tal manera que el conjunto se convierte en una excelente producción que recomiendo sinceramente a cualquiera que alguna vez haya querido tener unos informativos mejores.
También recomiendo leer esta crítica de Diamantes en serie, mucho menos apasionada que la mía.
Hoy me toca desahogo… y es que vaya dos ‘noticias’ me he encontrado en la última semana:
http://www.marca.com/2012/09/04/futbol/futbol_internacional/argentina/1346773535.html?a=c443a1a15f223f7dfbff1acbfcd9415c&t=1347528307
http://www.huffingtonpost.es/2012/09/12/olvido-hormigos-la-concej_n_1878326.html
Espero que no sea necesario explicar la ironía de ambas. Que da más miedo el poco criterio de los lectores que la calidad de los medios.
Saludos