Homenajeando al muy exitoso programa de Christian Gálvez, las mañanas de Telecinco se han vestido de risas y diversión en torno al sexo con el concurso Sexopalabra, una sección ¿semanal? de El programa del verano que presentan Joaquín Prat y Carmen Alcaide.
Así, los seguidores del programa matinal, se culturizan con palabras y curiosidades relacionadas con el sexo, conocen algunas de las intimidades de presentadores y participantes, todo ello convenientemente explicado por una sexóloga cuyo nombre no recuerdo pero que, tras la doctora Ochoa (ahora Sra. de Foster) y antes de Lorena Berdún, figura en mi memoria como la sexóloga de la tele (una pequeña investigación en Google me dice que se trata de Pilar Cristobal).
Como dije en su momento en Twitter y he repetido varias veces por aquí, no soy partidaria del horario infantil. Creo que las cadenas de televisión no tienen necesariamente que estar atadas a una serie de restricciones en un tiempo en que la oferta es más que suficiente, en que los televisores y aparatos de TDT (imprescindibles para recibir la señal) ofrecen la posibilidad de bloquear canales y en un tiempo en que el acceso a contenidos sexuales es mucho más sencillo en otros medios donde no está prohibido, a ninguna hora. Por no hablar de la imprescindible, en mi opinión, necesidad de control por parte de los padres de aquello que ven sus hijos cuando son pequeños, control que debe ser sustituido paulatinamente por una educación adecuada a lo que cada familia considere y que les permita filtrar solitos la oferta de entretenimiento.
Pese a toda esta libertad (libertinaje dirían algunos) con la que me identifico, me pregunto ¿Qué necesidad tiene Telecinco de algo así? ¿No molestan más de lo que puedan enganchar a algunos espectadores? ¿Qué les aporta?