Hay series que vienen anunciadas desde lejos, con tanta fanfarria que difícilmente te dejarán indiferente (no siempre para bien) y que sin duda harán que esperes con curiosidad la fecha de su estreno. Luego hay otras, como este Go On de Mathew Perry, que aparecen en nuestras vidas de forma sigilosa, en medio del verano, cuando ya miramos hacia el regreso de nuestras series favoritas en septiembre y que, una vez estrenadas, pasan casi de la misma manera sigilosa, sin dejar mayor huella, sin prometer grandes cosas.
Go On es la historia de un comentarista deportivo de éxito que regresa al trabajo un mes después de que su mujer haya fallecido de forma repentina. Pese a lo que pudiera esperarse tras un hecho luctuoso como este, Ryan aparece contento, quizá algo acelerado, pero dispuesto a retomar su vida anterior como si nada hubiera ocurrido, algo que no le van a permitir. No al menos hasta que certifique haber hecho 10 sesiones de terapia para superar su tragedia personal.
Nada convencido de necesitarlo y tras un gag absolutamente previsible que no adelanta nada bueno (el de la tarta), la acción se traslada a una clásica terapia de grupo, con personajes extraños, absortos en sus pensamientos tristes, en su tragedias personales, introvertidos y cerrados pero que, de pronto y ante la energía que desprende el protagonista y los paralelismos que establece con su profesión de comentarista deportivo, despiertan de su letargo y nos ofrecen la presentación de personajes más rápida y eficaz de los últimos tiempos.
Pese a todo, aún no estoy enganchada y empiezo a pensar que no llegaré a estarlo. La señal inequívoca de que me pierden es cuando ataco el portátil y me pongo a hacer otra cosa al mismo tiempo; el piloto no logra mantener mi atención y el hecho de que la historia no se desarrolle en la emisora de radio, como podría parecer, sino en la sala de terapia, tampoco hace que mis expectativas mejoren.
Después del gag de la tarta de la primera escena, otra cosa hace de esta una serie muy previsible: el personaje de la psicóloga, en la edad adecuada y con la apariencia perfecta para resultar atractiva, tanto al espectador como al protagonista. En este momento él aún no lo sabe, pero todos estamos viendo ya la línea del tiempo de sus vidas seriéfilas y ese primer beso en la segunda o tercera temporada, si es que Go On logra llegar a ellas algo que, tan solo viendo el piloto, no parece muy probable.
De todo el episodio, lo mejor es el final que, en cualquier caso, no pasa de simpático.
Adoro a Matthew Perry, estoy loca porque encuentre su sitio y protagonice una serie de éxito que le haga ganar muchos premios. Esta no es esa serie.
Y eso que en Studio60 demostró ser un actorazo con varios registros capaz de sacarle jugo a un personaje bien elaborado…