Este fin de semana me he dado un atracón de Motivos Personales. Sí, ya la había visto en su momento, pero tengo tan mala memoria que, salvo un pequeño detalle romántico, no recuerdo nada de nada, ni quién es el asesino, ni siquiera quién muere o se salva, lo que me ha permitido «disfrutar», entre otras cosas, de la agonía de la hija de Natalia como la primera vez. Alguna ventaja debía tener la mala cabeza.
Motivos Personales es una de esas series que todo el mundo recuerda y, en este caso concreto, no sabría decir por qué. Es una serie de intriga y misterios que logra mantener cierta tensión y que, sin duda, tiene mucho ritmo, pero no es una cosa excepcional que nos dejara a todos boquiabiertos y, sin embargo, todo el mundo la recuerda. Vista con la perspectiva de siete años de consumo de ficción, logra además mantenerse muy bien y, de no ser por la ropa de alguna de sus protagonistas o algunos movimientos de cámara que ahora simplemente «no se llevan», ni siquiera se notaría que los años han pasado por ella. ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial? Pues no sabría decirlo y quizá esa sea una de sus mayores virtudes. Cuando un producto audiovisual no destaca por ninguna de sus piezas en particular, pero el conjunto logra un engranaje perfecto que hace que los defectos se pasen por alto y las virtudes lo armonicen todo sin deslumbrar, es evidente que nos encontramos ante una buena producción.
Motivos Personales no es perfecta, pero logró emocionar y enganchar a buena parte de la audiencia cuando se estrenó en Telecinco y ha conseguido que se le guarde cariño y se le tenga mucho respeto como una de las pioneras en una nueva manera de hacer televisión, más moderna. Sus autores ahora están repartidos por el universo seriefilo: en Los misterios de Laura sus guionistas, Javier Holgado y Carlos Vila, en Cuentos del S.XXI su director, Salvador Calvo y en numerosas producciones de distintos géneros y resultados la compañía Boomerang, desde Pekín Express hasta El Secreto de Puente Viejo. Toda una generación ya de profesionales de la televisión que, tras un extenso curriculum, seguro que guardan con especial cariño la línea dedicada a esta historia de espionaje farmacéutico y rencillas familiares que ahora renace en Divinity para regocijo de los muchos fans que dejó atrás.
Y no puedo despedir esta entrada sin mencionar precisamente a Divinity, la cadena que emite esta y muchas otras series que merece la pena revisionar aunque sean antiguas, de esas que puedes ver a ratos, dejar de ver por semanas y retomar sin mayor preocupación, aunque tengas una mala memoria como la mía. Precisamente por eso y por estar claramente en el target al que va dirigido el canal, he pasado muchos minutos viendo series y algún que otro reality en Divinity pero, hasta este fin de semana, no había sufrido los terribles cortes de publicidad que emiten, arrastrados por la pauta dada por Cuatro. Creo que el problema ha sido la hora a la que se emitía Motivos Personales, que coincidía con el informativo de Cuatro que, como el resto de informativos de las cadenas privadas, tiene una estructura de cortes y bloques de contenido algo extraña, que pasa desapercibida si estás viendo las noticias, pero es que demencial si estás viendo cualquier otro programa. Es muy parecido a lo que ocurre en Antena 3 con su pauta única (por cierto, obligada a eliminarla si quiere seguir adelante con la fusión con La Sexta) y que provoca cortes a machete en medio de frases o escenas. Una práctica que a los comerciales seguro que les pareció una buena idea, pero que los espectadores sufrimos y sufrimos sin posible escapatoria como una puñalada por la espalda cada vez que intentamos disfrutar de la ya de por sí maltratada programación de la TDT.