Está claro que, si algo ha cambiado radicalmente nuestra forma de consumir televisión, es la proliferación de dispositivos portátiles que hacen más sencillo combinar dos actividades al mismo tiempo, una de ellas ver la televisión y la otra, bien comentar lo que se está viendo, o bien cualquier otra función social, o incluso algo tan sencillo como revisar el correo o redactar un informe. Es un hecho, la gente ya no ve la televisión con la misma atención que antes.
Esto puede suponer un problema, y ya lo comentamos por aquí hace un cierto tiempo concretamente en relación a Mad Men, una de esas series, no la única que, por la profundidad de sus mensajes, por las metáforas que introduce y por la sutileza de algunas de sus referencias, debe seguirse con atención si queremos captar toda su esencia, podríamos decir que debe seguirse «a la antigua usanza». Lo mismo ocurre con otras producciones como The Good Wife, Fringe y por supuesto, Perdidos.
Frente a ella, no son pocas las series que podemos ver sin mayor preocupación ni aspiración, cosas como 90210, Gossip Girl o Glee permiten al espectador no prestar una atención excesiva a lo que está ocurriendo y, sin embargo, ser capaz de seguir la trama sin problemas y no perderse gran cosa, más allá de algún modelito de alta costura de Serena o una más de las muchas muecas de Rachael. Si vemos estas series con total atención, las disfrutaremos sin duda mucho más, o puede que las abandonemos mucho antes, pero no podemos negar que su estructura y las relaciones que plantean son fácilmente compaginables con cualquier otra actividad.
Pero esto va más allá y ahora son los propios guionistas los que afirman que el cambio de hábitos está propiciando un cambio en la forma de escribir los guiones para televisión. Afirman que la televisión social, aparte de alimentarse con iniciativas externas para fomentar la conversación y la relevancia en redes sociales, debe venir dada desde el propio guión, con estructuras y modelos de desarrollo de la acción que favorezcan esta actividad, permitiendo que el espectador comparta sus sensaciones en la red y lea lo que otros están diciendo sin por ello correr el riesgo de quedar descolgado de la historia. Pero no solo esto, el análisis de lo que se dice en redes sociales sobre los productos de ficción arroja datos incontestables sobre cuales son los detonantes de la conversación, que no son otros que los llamados «momentos OMG!», es decir, los giros inesperados o los cliffhangers, elementos que deben explotarse al máximo si lo que queremos es sacar el mayor partido posible a estas redes.
Según estas pautas de escritura para redes sociales, podríamos estar enfrentándonos a un futuro de series de marcado caracter culebronesco, un adjetivo que suelo utilizar de forma positiva para resaltar la capacidad de enganchar al espectador de una historia clásica de buenos y malos bien hecha pero que, en este caso, utilizo negativamente, preocupada por la posibilidad de que las cadenas pidan a las productoras series facilonas de seguir, llenas de sorpresas, de cambios de registro inesperados y de espectadores boquiabiertos dispuestos a lanzarse a su red social más cercana para comentarlo. Es un camino peligroso, que conduce a una ficción simple que, si bien es muy entretenida en pequeñas dosis, empobrece el panorama si se generaliza.
En contradicción con esta teoría, el artículo citado menciona la serie de Juego de Tronos y cómo a través de la web de HBO ha sabido llegar a sus seguidores con un completo menú de información sobre las relaciones entre personajes, las tramas que sigue la historia e incluso un mapa de las localizaciones en las que se desarrolla, todo un conjunto de datos que aseguran al espectador que no se perderá en la maraña de una historia enrevesada y que le permite así apartar los ojos de la pantalla puntualmente para comentar lo que está viendo. Esta es, sin duda, la manera de complementar la ficción con internet, la mejor opción para seguir haciendo una buena serie, con capas superpuestas para todos los tipos de espectador, dejando volar la imaginación sin que los planteamientos narrativos o las estructuras de relaciones entre personajes se vean constreñidos por la necesidad de mantenerse simple y fácil de seguir, en definitiva, pobre.
Por supuesto que queremos series tontorronas, que queremos acompañamiento televisivo sin mayores pretensiones, yo soy la primera que tengo una facilidad extrema para encariñarme con este tipo de productos, pero también quiero de las otras, también quiero que me superen, que me descoloquen, que me hagan tener que rebobinar o buscar información más allá de la proporcionada por la pantalla, es con estas últimas series con las que realmente acabamos diciendo OMG! El ejemplo más claro, lo tuvimos con Perdidos, la serie que definitivamente relanzó la televisión social, mucho antes de que existiera twitter como lo conocemos ahora y que, lejos de reunir a los fans en conversaciones sencillas sobre tramas sorprendentes, alimentaba el fenómeno fan a fuerza de esconder secretos, de plantear preguntas e incluso de convertir teorías físicas y matemáticas en lenguaje común de la gente de la calle.
La televisión, además de entretenimiento y lejos de lo que tradicionalmente se dice de ella, también ha de ser, y lo es, un estímulo para el cerebro, una mecha que prende el interés del espectador y le incita a aprender, a leer, a investigar, a compartir. Las redes sociales son una excelente ayuda en este camino, esperemos que productores y cadenas no lo pierdan de vista.
Hola chicadelatele. Muy interesante tu artiículo, felicidades lo primero.
Discrepo sin embargo en que por integrar contenidos para otras plataformas, la trama principal de la serie televisiva tenga que ser más tontorrona y que se tenga que hacer así para poder mantener la atención.
Los contenidos para otras plataformas están orientados también para cubrir huecos como los cortes de públicidad, tal y como hacían en El barco, por ejemplo, que lanzaban tramas por twitter durante esos tiempos o una hora antes de la emisión.
También debemos tener en cuenta que muchos espectadores visionan series en las webs, on demand, etc, y muchas veces puedes tirar del pause para ver algo que te interesa y poder seguir.
Además Juego de tronos es el ejemplo, como tu bien dices, de una serie complejísima y que podemos encontrar en muchas platafomas.
Un saludo!