Julia Otero, esa presentadora de la tele que hace 20 años llegaba a nuestra pantalla con dulzura, frescura, ternura y algo de ingenuidad, quizá fingida, para atrapar a la audiencia, enternecerla y conquistar la pantalla para siempre.
Quién dice la pantalla, dice los medios en general, pues su relación más estable en los últimos años es sin duda con los micrófonos de la radio, desde donde sigue intentando conquistar a la audiencia con aquellos rasgos que la catapultaron a la fama cuando era una desconocida, aderezados con un poco de madurez y poco creibles ya cuando intenta ir de niña buena, como en la promo que anunciaba el estreno de su nuevo programa.
Con estos mimbres, Julia Otero se asomaba de nuevo a la pantalla de la televisión, esta vez desde TVE, con un programa de entrevistas, que es definitivamente lo que le gusta hacer, aunque en este caso las preguntas no le tocaran directamente a ella.
Anunciado como un formato rompedor, la novedad principal de Entrevista a la carta es que las preguntas no provienen del conductor del programa, sino de una serie de vídeos pregrabados en los que otros tantos famosos entrevistan al protagonista de la noche, que en este caso era un siempre discreto Cayetano Rivera. A cuenta de estas preguntas, la Otero va hilando otras tantas de cosecha propia, pues las de los famosos apenas son una docena, de las cuales el entrevistado decide eliminar tres.
No es la primera vez que vemos a famosos entrevistados por otros famosos en televisión, es más, ya sabemos que esto se utiliza como excusa para hacer algunas preguntas incómodas o más trilladas por los medios, que por no hacer un feo al famoso que las propone, suelen ser respondidas con mayor o menor profundidad por el entrevistado, pero nunca con el clásico «no hablo de esos temas». Junto a estas preguntas, otras de corte bastante ligero, sin ánimo de ofender, sabiendo que uno puede estar apenas unos días después en esa misma posición y eligiendo bien qué le gustaría ser preguntado. Así, la entrevista se convierte en una sucesión de preguntas sin demasiado interes, nunca incisivas y bastante prescindible. Si lo novedoso del formato es que los preguntadores no son profesionales de la interrogación, yo casi prefiero otro programa de entrevistas clásico donde un buen periodista haga todas las preguntas que realmente interesan a la audiencia, previa preparación intensa de la entrevista y con la profesionalidad que corresponde. Eso sí, hay que reconocer que el momento ¿tú tributas en España? no ha estado mal.
El programa se hace lento y la constante música que lo adorna se me hace cansina. El plató es sobrio pero acompaña bien al concepto de entrevista amable, aunque yo hubiera probado con otras sillas y otras mesitas que no hicieran a los protagonistas parecer perdidos en la inmensidad de la sala y la grandiosidad de la pantalla. Ah, por cierto, el programa se supone que es en directo, pero han tenido unas cuantas transiciones de planos bastante sospechosas, algo me dice que, al menos esta entrega, ha sido grabado.
Entrevista a la carta se ha estrenado con un primer entrevistado que quizá no haya sido el más adecuado para un arranque por su falta de tirón, además, debía luchar contra la final de Gran Hermano en Telecinco y, sin embargo, ha logrado ser la segunda opción de la noche y más de un Trending Topic en Twitter, esa manera de medir la relevancia a la que siempre me gusta echar un vistazo. En este caso, tiene mucho mérito, aunque sospecho que sea más una cuestión de novedad que de interés real en el programa o el invitado.
Infumable. Y yo soy y he sido mucho de Julia, pero más en la radio. En la tele se ha quedado anclada en el pasado.
Y el invitado ya, flojo flojo. Mejor Kiko Rivera, desde luego.