El Congreso de los Diputados convalida hoy la nueva manera de elegir Presidente de la Corporación RTVE, un cambio que supondrá la sustitución del sistema de consenso entre los partidos políticos que se venía utilizando en los últimos años y pasará a ser una votación por mayoría absoluta, un hecho que ha revolucionado a muchos y que, en mi opinión, seguramente muy poco compartida, no es tan terrible como se ha comentado. Me explico:
Desde que el nuevo gobierno tomara posesión y se hiciera necesario sustituir al actual presidente de RTVE, los dos partidos políticos con mayor representación parlamentaria, PSOE y PP, han sido incapaces de consensuar un nombre para dirigir la radio y televisión pública, una incapacidad que ha llevado a la parálisis del canal y de muchas de las empresas que trabajan para ellos, que no pueden tomar decisiones respecto a proyectos firmados con la cadena por no tener interlocutores válidos, viendo así como estos proyectos se pudren en un cajón y como sus contratos son papel mojado. Esta situación es insostenible y en ella tienen tanta culpa los unos como los otros (me refiero a los políticos, por supuesto).
¿Qué se hace cuando los partidos no son capaces de resolver sus diferencias y ponerse de acuerdo para avanzar en los necesarios proyectos o renovaciones de mecanismos? En mi opinión, cualquier cosa menos eternizarse buscando una solución mientras todo lo demás se resquebraja y elegir por mayoría absoluta un presidente es, en mi opinión, una cuestión tan democrática como tener un Presidente del Gobierno elegido por el mismo sistema. Si el procedimiento vale para elegir al principal gobernante del país ¿por qué no ha de valer para elegir al gobernante de una empresa pública? Sinceramente, hay algo en todo este revuelo que se me escapa. Hoy la decisión por mayoría absoluta estará solo en manos del PP, pero en otro momento en que el gobierno sea de coalición, no será así, pues seguirá necesitándose la mayoría absoluta para elegir Presidente.
Evidentemente, los consensos son la mejor manera de avanzar en cualquier faceta de la vida, especialmente cuando las decisiones que han de tomarse son complicadas y se impone la unión por una causa común que evite mayores fracturas en la organización que debe sufrirlas. Que no se logre llegar a un acuerdo mientras se ve el desmoronamiento evidente de aquello que se quiere gobernar, muestra una tremenda falta de madurez por parte de todos los implicados, por eso en las organizaciones hay un mecanismo de desbloqueo de este tipo de situaciones, bien sea un voto de calidad o la capacidad de cambiar el reglamento, en este caso, desde el poder que otorga al gobierno haber sido elegido por una mayoría de los ciudadanos votantes (lo más parecido al share que permite que un programa se mantenga en antena o sea cancelado).
Veremos qué Presidente termina por deparar esta nueva vieja fórmula de elección; el último nombre que se ha rumoreado ha sido el de Manuel Campo Vidal, eterno moderador de los debates electorales que, precisamente por su aceptación como elemento neutral en estos encuentros, debería ser un buen candidato a Presidente de consenso. No sé por qué finalmente no ha prosperado esta designación, ni si realmente ha existido la propuesta o el propio candidato la ha recibido con alguna intención de aceptarla, pero hubiera sido todo un gesto de madurez haber logrado, aunque fuera en el tiempo de descuento, que la elección quedara decidida por acuerdo entre las partes. No ha podido ser.
Yo cuando dicen que el PP quiere sojuzgar RTVE, siempre me acuerdo del ejemplo que ponía el ínclito Urdaci: «Cuando yo dirigía el telediario en La 1, el de la 2 lo dirigía Fran Llorente y lo presentaba Lorenzo Milá. Ahora ellos llevan los de La 1, pero yo no estoy en La 2».
Es malicioso, pero algo de razón tiene el freak Urdaci.