Ya os he comentado muchas veces cuanto me apena esta época del año seriéfila en que las temporadas van terminando y una no sabe si seguir viendo los episodios a ritmo americano o dejarlos guardaditos para que no se le acaben. Este año la cosa es aún más triste, pues dos de las series que de algún modo nacieron con el blog, House y Mujeres Desesperadas, terminan para siempre, algo que ya estaban necesitando, pero que dan por cerrada una época de mi vida bloguera que siempre recordaré con nostalgia.
La primera de ellas, Mujeres Desesperadas, cerraba el domingo sus ocho años de andadura costumbrista en la cadena ABC y en el corazón de muchos de nosotros, que hemos disfrutado de la vida de un barrio acomodado norteamericano, de esos de casas prefabricadas pintadas de alegres colores, con impresionantes glicinias que casi transmitían su olor a través de la pantalla y con infinidad de secretos, misterios y no pocos crímenes violentos que nunca hubiéramos imaginado posibles en un tranquilo rincón de una desconocida localidad americana. Si en algún momento nos hubieran contado las historias truculentas que planeaban escenificar en estas ocho temporadas, estoy segura de que hubieran sido muy pocos los convencidos del éxito de la serie, con esa mezcla imposible de costumbrismo y exageración, de normalidad y cúmulo inverosímil de desgracias. Sin embargo, ahí estuvo, fuerte durante años y fiel a sí misma hasta el final.
Las mujeres de Wisteria Lane han logrado además ser iconos televisivos en un tiempo en el que los papeles femeninos han brillado cada vez más, en una de las mejores épocas para ser actriz de televisión, con numerosos papeles fuertes, lucidos, brillantes, sólidos. En este caso además, la coralidad ha sido tan equilibrada, que era difícil nominar a una sola cuando tocaba elegir candidatas y todos hemos sido conscientes de la importancia del conjunto a la hora de resaltar una sola de las interpretaciones.
Pese a todo, yo me quedo con dos de ellas: Lynette y Gabrielle, en mi opinión, las más humanas y completas, las más reales, con sus contradicciones y sus miedos. Puede que muchos solo recuerden a Gabrielle como la ex-modelo pija que solo piensa en sus modelitos y en el dinero pero, para mí, quedarán en el recuerdo estas dos escenas dramáticas que lograron traspasar la frialdad aparente de Mrs.Solís
Sobre Lynette, me quedo con esta otra escena, en uno de los mejores episodios de toda la serie, si no el mejor.
Maravillosas escenas para el recuerdo que al buscar para ilustrar el post, revelan otra tantas secuencias maravillosas, llenas de dramatismo y de ternura, como el plantón a Susan o los momentos previos a la operación de Carlos que le devolvería la visión. Porque Mujeres Desesperadas siempre compitió en las categorías de comedia pero, para mí, nunca dejó de ser un drama maravilloso.
Sólo por Carlos merecía la pena ver la serie.
Es demoledor. ¡Qué guapo!