Interesantísima reflexión sobre las series de ficción y su relación con las redes sociales, a la vista del resultado del estreno de la quinta temporada de Mad Men, que logró un record absoluto de audiencia y que fue un gran éxito en términos de conversación en la red.
Según se afirma en este artículo, las series de televisión, y en especial algunas como Mad Men, no están hechas para ser interrumpidas con comentarios, chistes, ni siquiera alabanzas, vengan estas de parte de los compañeros de salón o de quienes comparten nuestra misma afición en internet. Según esta teoría, el visionado de productos de ficción, a diferencia de los reality shows, los concursos o programas en directo con público en plató, están diseñados para ser vistos en silencio, con atención total, como si fueran una película y la constante conversación en redes sociales distrae de este propósito y genera un ruido que distorsiona la percepción.
Me llama la atención este argumento, especialmente después de haber visto ayer el estreno de la quinta temporada de las desventuras de Don Draper en una sala de cine abarrotada de gente y haber comprobado la gran diferencia que, efectivamente, existe, entre ver la serie en casa, sola, esbozando una sonrisa, o verla en compañía de decenas de personas absolutamente entregadas, que se carcajean con algunas líneas de guión como si estuvieran viendo un episodio de Modern Family en lugar de uno de Mad Men (aquí he de reconocer que no sé si la serie ha dado un giro cómico inesperado y absolutamente real a sus guiones o se trataba simplemente del efecto masa facilona).
Volviendo al tema de las redes sociales, estoy en total desacuerdo con el hecho de que la experiencia esté acabando con la razón de ser de las ficciones, principalmente por el hecho de ser una elección por parte del espectador, que en ningún modo se ve obligado a leer los comentarios de sus amigos o de simples desconocidos que, sin embargo, pueden ayudarle a percibir matices que, de otro modo, habría pasado por alto. Ya hemos comentado en varias ocasiones la importancia de este visionado en familia para programas de otras características y solo siento que, en cuestión de ficción, la tarea sea mucho más complicada por la dificultad de estar coordinados para ver los episodios al mismo tiempo y cuidar de no spoilear a tus seguidores.
A partir del estreno de Mad Men en EE.UU. se ha hecho un análisis de comentarios y sus características y momentos álgidos y este es el resultado:
Parece evidente es que la tendencia es una realidad imparable, no hay más que ver los datos y dónde están los picos de actividad, concretamente en el momento más relevante del episodio (una especie de minuto de oro de audiencia, pero en este caso absolutamente real). En mi opinión, considerar que esto es malo para la experiencia en conjunto es un acto de purismo, entendible y muy respetable, especialmente en mi caso, que me he prohibido hacer otra cosa que no sea atender a lo que veo cuando veo series (aunque no siempre soy capaz de cumplirlo), pero nada que ver con un daño real a su capacidad de entretener y ser un éxito global.
Creo que cuando estamos acompañados, de una forma o de otra, las cosas tienden a pasar por otro filtro. No es que sea malo per se, por algo somos seres sociales y buscamos compartir experiencias, pero hay ciertas experiencias que están pensadas para llegar directamente a nuestras emociones o intelecto.
¿La verdad? Al estar constantemente conectados, creo que tenemos cierta tendencia a volvernos algo cínicos. A mí ni siquiera me gustaba meterme en foros y demás cuando Lost estaba en su apogeo, y eso que la seguía semana a semana. Algunos dirán que me perdí la experiencia, yo creo que disfruté de cosas que otros veían cuestionables o hacían mofa de ellas.