Desde el lunes hay un polémica en twitter que no logro entender: según parece, el «autor» del término tróspido está molesto por el hecho de que Cuatro utilizara la palabra para promocionar la final de su programa sin haberle pedido permiso o, como mínimo, habérselo comentado. Precisamente por ello, el día que se emitía este programa final, no se utilizó el término por su parte, ni por parte de quienes lo habían aupado y en su lugar se eligió otro, completamente diferente y que nada tenía que ver con aquel, ni siquiera con el programa: #literatura
La victoria de los seguidores de este movimiento fue lograr que el nuevo término se convirtiera en trending topic de la misma manera que lo habían hecho anteriormente todas las versiones tróspidas del original y con ello consideraron haber dado una buena bofetada a quienes no han sabido reconocer el origen de un palabro.
Y yo no puedo evitar quedarme con la boca abierta intentando comprender el cabreo de alguien que, siendo seguidor de un programa de televisión (tanto si lo es para alabarlo como si lo hace para ponerlo verde), ve como su gracieta traspasa la pantalla y se convierte en pieza clave de la promoción de su final, reconociendo el valor de esa masa de seguidores que lo han convertido en un éxito. Llamadme ingenua o conformista pero, si yo hubiera popularizado la palabra, verla en una promo del programa me habría parecido lo más y, desde luego, no se me hubiera pasado por la cabeza pedir atribución, mucho menos que me avisen de que la van a usar. ¿De verdad las palabras tienen dueño?
Acusan a Cuatro de no haberse informado de quién era el autor de la palabra, de ser muy torpes no buscando su origen algo que, por otra parte, yo, que soy fan del programa, del propio hashtag y que me paso la vida en internet, no he descubierto hasta que ha saltado la bronca. Es más, una vez que llego al post en el que Hematocrítico habla del término por primera vez, no solo resulta no ser un invento suyo sino algo oído por un amigo, sino que me sorprendo con frases como:
«A partir de ahí, cojan este vocablo y háganlo suyo» o «Así que ya sabéis…¡extended la palabra!.No me seáis tróspidos». Evidentemente, cuando se escribió este post, nadie pensó que seis años después tendría la relevancia que ha tenido pero ¿acaso Cuatro no ha cumplido exactamente con lo que se animaba a hacer? Y no me vengáis con que eso solo vale para quién no tiene ánimo de lucro.
Que estemos discutiendo la autoría o el derecho de uso de la palabra es síntoma inequívoco de hasta que punto esto roza el absurdo, en mi más humilde y personal opinión, que no es más que la de alguien que ha disfrutado con el término como la que más.
Las redes sociales amplifican las cosas como si de la casa de Gran Hermano se tratara y, del mismo modo que cuando un famoso mete la pata, todos nos mofamos de él haciendo hashtags con sus errores sin pedirle permiso, debemos aceptar que cuando nosotros hacemos algo público, especialmente si está asociado a un programa de televisión, estamos también cediendo a los que nos leen la capacidad de hacer uso de aquello que contamos del mismo modo en que nosotros lo usamos.
¿Por qué hacer un tuit desde la cuenta oficial del programa o la cadena hubiera sido aceptable y hacerlo con una promo no lo es? Para ellos es su medio nativo, del mismo modo que para nosotros lo pueda ser twitter. Si aceptamos la relación de bidireccionalidad, no nos pongamos estupendos cuando nos responden con la misma naturalidad.
Hay mucho postureo y mucho posturista.
Dicho esto, el palabro es genial.