Anoche Cuatro estrenaba un nuevo programa, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, una fórmula muy MTV que explota el reality hasta el absurdo, con buenas dosis de vergüenza ajena, sentido del humor y castings locos. Este tipo de fórmulas, como ya pasó con el programa de Escasi, un fracaso basado en el muy exitoso The Bachelor, no es lo mismo verlo protagonizado por americanos, donde todo parece ajeno para lo bueno y para lo malo, que verlo españolizado y ser capaces de reconocer buena parte de las personas que en algún momento de nuestras vidas hemos visto pasar, bien en la propia televisión, bien entre nuestros conocidos o los conocidos de nuestros amigos. No es de extrañar así que en Twitter la noche de ayer fuera un continuo ir y venir de comentarios que invitaban a ver qué era lo que estaba pasando con el programa.
Lo primero que uno se encuentra al empezar a verlo es una extraña sensación de ‘deja-vu’ con otro programa similar de la cadena, concretamente con Granjero busca esposa, no es solo la presencia de Luján en un papel idéntico al que tiene en ese programa, es tambien su forma de recibir a los invitados y me atrevería a decir que hasta los movimientos de cámara. Imposible no acordarse del campo y sus habitantes más catódicos.
Sin embargo, la cosa cambia a medida que vamos conociendo a los solteros y, sobre todo, a sus madres, auténticos ejemplos de un casting bien hecho, tanto si se trata de personas de verdad mostrándose tal como son, como si están haciendo un papel y ni siquiera comparten genes. La naturalidad forzada que destilan, con esas frases grandilocuentes y tan políticamente incorrectas que salen de sus bocas y, lo que es peor, de sus mentes, son imanes para el espectador, que no puede creer lo que está viendo y se queda inevitablemente pegado a la pantalla esperando la siguiente burrada, la próxima fantasmada o el gesto de sorpresa de quién ya se ve frente al altar entregando a su niño del alma a una bruja despiadada, de otro color, otra tribu urbana o, peor, sexualmente muy activa.
¿Realidad o ficción? Da lo mismo, es entretenimiento y logra su objetivo. ¿Mi opinión? Creo que es realidad forzada, es decir, los personajes probablemente no sean actores, aunque muchos de ellos aspiren a serlo o a ser famosillos, desde luego no han ido al programa a casarse ni a encontrar la mujer de sus sueños. Esto, adornado con una buena dosis de provocación por parte de la selección de chicas y una excelente dirección de «actores», saca lo mejor de cada uno para el propósito final: divertir. Y el resultado es exactamente lo que vemos, nada más comenzar, en la cabecera del programa, que lora retratar a cada uno de los solteros y sus madres tal como luego los vemos en el programa y con más desparpajo que algunos de los actores de renombre que otros días vemos en prime time.
Los protagonistas son de lo más variopinto: tenemos al informático virgen que nunca se ha visto en un bar con tantas chicas, al striper que se cree Dios, al madurito de alta cuna, divorciado y de vuelta de todo, a un Ken buscando a su Barbie y a un empresario gay, guapo de portada de revista quién, junto con su madre, deben ser la única pareja normal de todos los seleccionados para el programa. Y es que hay que ver las madres: tenemos la racista, la machista, la clasista, no nos falta de nada, que no, que no…
No quiero dejar pasar esta crítica sin mencionar la excelente ambientación musical del programa, con temas todos muy conocidos, algunos modernos, otros ya clásicos, que encajan tan bien con lo que están presentando y los protagonistas de cada pieza, que son en si mismos parte del argumento narrativo, algo en los pocas veces ponemos atención, algo que a menudo se considera un elemento que debe pasar desapercibido pero que, en este caso, se hace notar y así debe ser en un programa como este.
La primera hora de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? es muy divertida, de reir y quedarte con la boca abierta a partes iguales. Lamentablemente, a medida que va avanzando el programa la cosa se estropea y empieza a parecerse a Mujeres y hombres y viceversa, con broncas absurdas, hormonas desbocadas y ausencia de dirección, tan necesaria en estos casos. Convierte a los protagonistas en algo más creibles, pero pierde la chispa del principio y es como estar en una discoteca donde todos se divierten, menos el espectador, que está sentado en una esquina sin escuchar la música, sin tomar copas, en definitiva, sin verle la gracia.
Es una pena porque, al final, después de pasar un buen rato, te deja un mal sabor de boca, una sensación de que no hay manera de hacer algo nuevo sin terminar cayendo en lo mismo de siempre, en la ordinario, en lo cutre, en lo basto. No es que pensara que esto iba a ser un cuento de Disney pero, durante una hora entera, han conseguido hacerme pensar que de un formato cutre en su origen, podía sacarse un programa divertido. Y lo peor debe estar por llegar. Mucho me temo que al final, solo se salvarán la madres.
Estoy totalmente de acuerdo en casi toda tu crítica, de un formato «cutre» han conseguido sacar un reality divertido, que aunque no te lo creas divierte. Pero yo no creo que al final decepcione, creo que esas broncas, y esos momentos fuera de guión lo hacen más auténtico, como de serie B. Y no lo compares con los viceversos que eso está super guionizado y aburre hasta al más soso.