Leyendo este artículo de TechCrunch he recordado con qué pasión se discutía hace un tiempo sobre las métricas de las páginas web: si debían ser las páginas vistas, los usuarios únicos o incluso el tiempo medio que cada usuario pasaba frente a una misma página. El debate fue intenso y al final, sin un consenso claro, llegaron las redes sociales y dejaron todo atrás para empezar a medir en número de fans y capacidad de interactuar con ellos e influirles.
Por eso me llama la atención que la discusión sobre las métricas llegue al mundo televisivo y se empiece a plantear la dualidad entre consumo tradicional o consumo en internet, entre horas de consumo o ratings y, sobre todo, me llama poderosamente la atención que se diferencien ambos contenidos como si la mayor parte de ellos no fueran la misma cosa, vista probablemente por las mismas personas en ambas plataformas de consumo. Difícil medir, difícil llegar a un acuerdo sobre la medición y, sobre todo, convicción absoluta de que, para cuando se haya decidido algo, ya habrá un nuevo elemento en la partida que nos impida jugar con las cartas de siempre. Cuando ves los planes de YouTube para el lanzamiento de canales temáticos, te convences de que la revolución en la industria aún está por llegar.
Pese a todo, es interesante ver como evolucionan los datos en EE.UU. para saber lo que nos viene e intentar predecir el comportamiento de la industria y de los consumidores y no necesariamente en ese mismo órden. Así, un estudio de Nielsen estima que hay 145 millones de americanos que ven vídeo online, frente a 290 millones que consumen televisión tradicional. La expresión frente se corresponde con lo que en inglés definen como «compared to» haciendo una separación clara entre los dos tipos de consumo que, en mi opinión, no termina de sustentarse, pues ambas prácticas no tienen por qué ser sustitutivas.
Cuando se toman estos mismos datos y se traducen a tiempo empleado frente a la pantalla, las cifras son bastante más llamativas pues, en el total de la semana, el tiempo empleado en ver televisión convencional es de más de 32 horas, mientras que el consumo de vídeo online se reduce a 27 minutos del total de casi cuatro horas de consumo de internet a la semana. Datos muy, muy bajos para una sociedad hiperconectada como la americana, que contrastan además con la tendencia cada vez más probada de la utilización de la doble pantalla.
En cualquier caso, la estrella de la parrilla online es Netflix, con una media de 10 horas al mes por espectador, aún muy baja en comparación con las 130 horas al mes de consumo de televisión tradicional, aunque si lo traducimos a contenidos, sería una media de cinco películas al mes, que no suena tan mal tratándose de un concepto de servicio de pago como ese.
¿Qué pasará cuando los tiempos invertidos en online sean casi iguales a los de la televisión tradicional? ¿Y si los supera? Realmente, a efectos del espectador, no debería haber gran diferencia, pues se trata simplemente de disfrutar de programas, bien descubriendo qué se ofrece en un determinado momento, o bien yendo a buscarlo específicamente, de la misma manera que uno se presenta en la cola del cine para ver qué opciones hay o va ya con la entrada comprada. Lo que sí es cierto es que la televisión de nicho, que sigue sin haber despuntado como debiera, tiene una nueva oportunidad de revelarse como la gran beneficiada de las nuevas maneras de consumir y hay mucha gente esperando, en uno y otro lado de la pantalla. Veremos qué pasa. Mientras tanto, consumamos televisión en cualquier formato.
Interesante artículo. En mi caso, ya puedo decir que el consumo de televisión por Internet supera al tradicional. Apenas veo la tele (hora y media el mediodía a la hora del almuerzo) y todas las series que consumo las consumo por Internet (bien porque en España no se emiten o porque no tuve tiempo de verlas en su momento y soy demasiado vaga para darle al DVD).