El viernes tuve ocasión de asistir a la presentación oficial de las nuevas aplicaciones de pantallas conectadas de TVE. Como parte de la apuesta europea por la HbbTV, que es el nombre que tiene el standar adoptado por la UER, TVE ha lanzado una serie de aplicaciones para los distintos modelos de televisiones conectadas o consolas que permiten seguir la oferta de televisión a la carta de la cadena pública, con la publicación de las cinco últimas emisiones de cada programa, así como la emisión en directo de sus principales canales.
Cuestiones tecnológicas aparte, creo que este paso de la cadena pública es importante para la definición de una estrategia común de las televisiones conectadas, tanto de las públicas, que parecen ser las verdaderas promotoras de la tecnología, como de las comerciales, que sin duda aprovecharán los éxitos de los desarrollos para sumarse y los lógicos fracasos, que también los habrá, para evitar el gasto que conlleva innovar a ciegas, con un perfecto conejillo de indias, grande, poderoso y con presupuesto (al menos por el momento).
Pese a que se trataba de una presentación de la tecnología, me gustó escuchar el hincapié que se hacía en la importancia de los contenidos para que avance una tecnología, para que el público tenga interés por adoptarla y la convierta en un éxito. Parece una perogrullada, pero muchas veces la obviedad no se encuentra con una realidad adaptada y son muchas las excelentes tecnologías que han quedado obsoletas antes de desarrollarse convenientemente por falta de gente que tuviera interés, una ausencia de público objetivo derivada de un vacío de contenido que no hacía atractiva ni la adopción de la nueva tecnología, ni mucho menos el tiempo necesario para entenderla, curiosearla y disfrutarla. Un ejemplo claro ha sido la TDT interactiva, promocionada durante años como la gran revolución de la televisión y que ha terminado por convertirse en una forma de transmitir la señal, mucho más inestable que la anterior, en constante cambio y cuya única ventaja ha sido la capacidad de soportar un HD que solo unas pocas cadenas ofrecen. Para lo demás, internet.
Como nos comentaban, los avances en la oferta de contenidos y aplicaciones se parecen mucho a la evolución que han tenido los teléfonos, que ya no son solo para llamar, es más, lo de llamar casi ha pasado a un segundo plano. Con la televisión, parece que el camino es muy similar y la emisión lineal de las cadenas será solo una más de las cosas que se pueden hacer con un televisor, pero tan relevante como las opciones a la carta o las posibilidades de interactividad y metalenguaje (la posibilidad de estar viendo un determinado documental o noticia y que aparezca la opción de ver otros programas relacionados, es un sueño del archivero audiovisual que todos llevamos dentro y que ahora ya es posible).
Para quienes se preguntaban cual era el universo de la televisión conectada en España, los datos que nos dieron apuntaban a 2 millones de televisores conectados, a los que sumar otros cerca de cuatro millones de consolas