Mucho se critica a la red por considerarla un refugio de gente anónima dispuesta a cargarse a cualquiera con insultos, mentiras o campañas orquestadas de oscuras intenciones pero, analizado con cierta perspectiva y con la experiencia de quién, como yo, lleva más de cinco años haciendo crítica televisiva a la vista de todos, tiendo a pensar que, precisamente la visibilidad que da la red, puede llegar a ejercer de freno a quienes en otras circunstancias quizá desparramarían sus opiniones de otro modo más duro e hiriente.
Al menos en mi caso, escribir una crítica a una profesional o un determinado producto televisivo es un acto legítimo de libertad, tanto desde mi punto de vista como simple espectadora como por la experiencia profesional en el sector y las horas de televisión que acumulo semana a semana. Me siento en pleno derecho de escribir lo que yo quiera, mostrar mi complacencia con algunas cosas y mi desagrado por otras, incluso rechazo o simple apatía y, como tal, me expreso, siempre guardando el máximo de los respetos que los profesionales que hay detrás de esos trabajos merecen, respeto que, salvo contadas excepciones, es mucho.
Partiendo de estas premisas, últimamente me he visto sorprendida por la capacidad de respuesta de muchas de esas personas a las que criticamos, personas que se mueven por la red con la misma soltura que quienes escribimos de ellas y sus trabajos y que, a veces con razón, otras por la dificultad de captar el tono de un mensaje de apenas 140 caracteres, se ofenden de nuestra facilidad para criticar algunas cosas de forma totalmente subjetiva.
Por poner algunos ejemplos:
Mirta Drago, Directora de Comunicación de Telecinco, se molestaba por mi crítica a la fotografía promocional de Tierra de Lobos
Cristina Gascón, Subdirectora de Comunicación en Mediaset y amiga, hacía lo propio con mi rechazo a Marco antes incluso de haber visto siquiera la primera promo:
Lo mismo que su productor Ramón Campos, que aludía a este post en el que comentábamos el concepto «talibanes de internet» que él mismo utilizaba en una de sus charlas:
El último ejemplo fue ayer mismo con mi entrada sobre Ana Pastor, que retuiteada y criticada por un lector que incluía a la propia Ana en el mensaje, acabó por llegarle y que tuvo a bien responder de forma amable pero sin entrar en polémica:
Cuando aquellos a los que criticas o quienes son de algún modo responsables de la crítica están con las orejas bien abiertas, dispuestos siempre a escuchar lo que tengas que decir y a rebatir opiniones desde la legitimidad que les confiere estar detrás del objeto de la crítica, se sublima una de las mejores virtudes de internet: la conversación y la capacidad de convertir una crítica en un mensaje positivo. Para ello, lo principal es que los criticones seamos educados y queramos construir y los criticados entiendan que no hay nada más allá que un legítimo interés por disfrutar de la televisión y comentarla.
Cuando, en lugar de eso, el criticado olvida que estamos en un mundo cada vez más bidireccional, donde todo lo que uno hace en televisión se puede responder con el mismo alcance y mayor libertad, la que nos da el hecho de ser individuos independientes, es cuando la red se vuelve incómoda y en contra de algunos, pero al final solo es torpeza de quienes solo ven el dedo cuando les apuntan a la luna.
ACTUALIZACION: Como ya os estoy viendo venir y para que no quede ninguna duda, los ejemplos que destaco en este post son precisamente los buenos ejemplos. Ojala todo el mundo supiera conversar así sobre las cosas que nos gustan y no nos gustan de la televisión. Gracias a todos ellos… y alguno más que seguro me he dejado por el camino.
Me parecen muy mal las réplicas de estos profesionales. Hay que aprender a escuchar y callarse. Claro que no siempre es plato de buen gusto sentarse a leer cómo malinterpretan tu trabajo, pero hay que entender que si esto ocurre más allá de una mera opinión personal, es porque no estamos transmitiendo bien el mensaje, y hay que reaccionar positivamente ante ello, nunca a nivel personal.
Y ya criticar al crítico es uno de los recursos más bajos que hay, demuestra falta de argumentos.