Como bien dice Eva en este post, el cambio de la Fórmula 1 a La Sexta pasó bastante desapercibido entre los espectadores, fundamentalmente por el hecho de que la mayor parte de los integrantes del equipo de retransmisión se fueron en bloque a la nueva cadena, en un movimiento lógico que hace que muchas veces uno tenga que pararse a pensar qué botón del mando apretar cuando llega la hora de la carrera.
El cambio del motociclismo a Telecinco va a ser más llamativo, principalmente por la presión publicitaria que tendrá el campeonato ahora que se emite en una cadena que, salvo cuando se pone cabezota, necesita ser rentable. Así, para los puristas del deporte, está claro que la nueva ubicación de las retransmisiones será un quebradero de cabeza, con interrupciones frecuentes y dobles cajas para seguir la acción mientras se financian los derechos. Un tostón, sin duda alguna, una mancha en la carrera, claro que si, pero una garantía de que al menos podremos disfrutar de la competición y ver a los nuestros subir al podium una y otra vez.
Y es que los derechos deportivos son cada vez más caros y las televisiones públicas no pueden ser ONGs que se dediquen a emitir competiciones infladas de valor por un interés creciente de los espectadores y las marcas, especialmente en deportes como este en que los españoles destacan semana tras semana. Por mucho que nos guste, por mucho que podamos considerar que es de interés nacional ver a nuestros chicos cubrirse de gloria, lo cierto es que no hay bolsillo que sustente ciertos gastos y me parece más que lógico que las cadenas públicas se vayan deshaciendo de eventos que, precisamente por el interés que despiertan, no van a desaparecer de las parrillas, pues tienen más de un «novio» dispuesto a lanzarse por ellos tan pronto están disponibles.
Estas cadenas además asumen grandes riesgos económicos cuando compran algunas competiciones, que se lo digan si no a La Sexta con la Fórmula 1, que ha visto como el interés decrecía desde el 2009 en la misma proporción en la que crecía la competitividad de los Red Bull, haciendo de las carreras un monólogo tedioso y predecible por el que casi nadie pierde el sueño ya. Por supuesto, como espectadores, preferimos ver los deportes sin interrupciones, limpios de marcas e intereses económicos, pero la cuestión no ha de ser esa, sino el hecho de poder verlo y disfrutarlo y, hoy por hoy, el único lugar lógico en el que hacerlo es en una cadena privada
Los deportes minoritarios para la2, entonces? jeje Sí, es cuestión de rentabilidad y por eso sufro, a ver qué se les ocurre hacer…