Algunas de las noticias más interesantes de la televisión esta semana hablan de dinero, concretamente de disputas en torno al dinero: por una parte, las que tienen en Fox con los dobladores de los personajes de Los Simpson y, por otra, las de Showtime con Michael C.Hall por los honorarios de dos nuevas temporadas de Dexter.
En ambos casos, las cantidades que se manejan y la garantía de tener el trabajo asegurado al menos un par de años más, parecen suficientes como para que no exista posible discusión, pero la cuestión es que la disputa existe, es aparentemente seria y ambas partes se juegan mucho.
Cualquiera de los implicados en las series en cuestión seguramente tenga la vida resuelta económicamente, por lo que parece normal que se planteen estos órdagos a unas cadenas que en absoluto tienen garantizado el éxito de cualquier posible serie o programa que los sustituya en la cadena, caso de no poder seguir adelante son ellos. Quizá en el caso de Los Simpson podrían plantearse cambiar las voces pero, después de más de 20 temporadas, se antoja complicado. En el caso de Dexter, significaría directamente el fin de la serie, que este año se estrenaba con los mejores datos de su historia, datos que seguramente espoleaban a los representantes de Michael C.Hall a pedir 24 millones de dólares por las siguientes dos temporadas.
Estas complicaciones no son nuevas en la industria televisiva, recordemos que este verano no hemos disfrutado de una nueva temporada de Mad Men porque los acuerdos a los que llegaron tardaron tanto como para hacer inviable la grabación de los episodios a tiempo.
Y ahora el entretenimiento general consiste en ponerse del lado de unos o de otros, tachando a unos de rácanos por no querer pagar a quienes les proveen de éxitos y a otros de avariciosos que son capaces de dejar sin trabajo a todo un equipo por un puñado de dólares. La decisión no es fácil, especialmente cuando hablamos de ciertas cantidades.
Por mi parte, siempre he pensado que esto es una pura cuestión aritmética: si compensa económicamente, adelante, todos ganan (aunque la cadena no obtenga tántos beneficios como espera). Si, por el contrario, esas cantidades que se piden comprometen otras inversiones o suponen un riesgo, el NO debe ser tan claro como el reconocimiento del éxito que esos protagonistas han ayudado a conseguir durante años y nadie debe escandalizarse. Difícil situación en la que todos tienen su razón pero solo uno la hoja de cálculo general.
Bueno, el problema de ceder no sería tanto de obtener menor beneficio (que también), como de otorgar un maayor poder de negociación a la otra parte.