Cuantas consecuencias televisivas inesperadas no está proporcionando Twitter. Si la semana pasada era Ana Fernández, protagonista de Los Protegidos, la que se mostraba molesta con Antena 3 por tener la tercera temporada de la serie guardada en un cajón sin fecha prevista de estreno, ayer era Eduardo Noriega el que se ponía del lado de la audiencia para mostrar su descontento con Telecinco por retrasar en media hora la emisión de Homicidios.
Cuando leí los mensajes de Ana Fernández y su posterior rectificación, me pareció que era una metedura de pata, aunque solo fuera por eso de «no morder la mano que te da de comer». Pese a todo, creo que los actores y cualquier miembro de un equipo tiene derecho a mostrar su disconformidad con la forma en que se emiten los programas en los que participan, siempre y cuando sea desde el respeto y sin temor a perder su trabajo por ello. Y voy aún más lejos, creo que en este caso es incluso bueno para la serie, pues sus seguidores encuentran un aliado dentro del propio programa, se identifican más con sus protagonistas y se consigue mantener viva la serie incluso si no sabes cuándo o cómo la emitirán.
Que ayer Eduardo Noriega hiciera lo mismo con la burda táctica de Telecinco de retrasar el inicio de Homicidios para esquivar el estreno de Gran Hotel en Antena 3, sirve también para que los seguidores de aquella sientan que no están solos, que esas series que ven y esos personajes que admiran están sujetos a las mismas leyes de la selva mediática que los propios espectadores y que la culpa solo es de las cadenas y sus estrategias de programación, permitiendo que la rabia y descontento se vuelquen sobre el contenedor y no sobre el producto, generando una corriente amable y positiva hacia la serie que, por regla general, suele ser la más perjudicada en estos casos (para muestra, el botón de las audiencias de ayer, que castigaron a Homicidios con una caída frente al 20% de share record del estreno de Antena 3).
No digo que estas prácticas vayan a ser pasadas por alto por la audiencia solo por el hecho de que los protagonistas de las series en el mundo real se pongan de parte de los espectadores y se identifiquen con ellos como espectadores reales que son, pero si creo que, lejos de dañar la imagen de la cadena y hacerles daño, pueden conformar un muy interesante juego de «poli bueno, poli malo» que desde las altas esferas deberían permitir.
Interesante también el hecho de que ayer salieron otras dos noticias similares: Michael C. Hall y los actores de Los Simpson se revelan contra Showtime y Fox y pueden cargarse la serie… Aunque esto son cuestiones de carácter mucho más monetario.