A propósito del justificado cabreo de los miles de espectadores aficionados al tenis que ayer vieron como Telecinco cortaba las declaraciones de Djokovic al finalizar el partido de Wimbledon, planteo las diferencias, pros y contras de emitir este tipo de eventos en las distintas modalidades posibles:
– Por televisión comercial en abierto: disponible para todos los espectadores sin que estos tengan que desembolsar cantidad alguna. A cambio, prestamos nuestra atención a los distintos bloques publicitarios que interrumpen el desarrollo del evento, se corre el riesgo de que suceda algo importante justo en ese momento y, en no pocas ocasiones, los compromisos publicitarios se ponen por delante de los compromisos de calidad para con el espectador.
Otras veces, se anteponen compromisos de parrilla fácilmente adaptables, sin motivo justificado, como el caso de ayer con el programa de María Teresa Campos, que además no tendría por qué haber contado con entrar tan temprano, porque el partido fue especialmente rápido. Los motivos de la tropelía, inexplicables.
En estos casos además, los comentaristas suelen ser chicos para todo que lo mismo hacen un partido de tenis que uno de fútbol y el espectador avezado lo nota. Pero, insisto, es gratis.
– Por televisión pública: todo el mundo lo disfruta, la calidad de la retransmisión suele ser buena porque es la de origen, la misma para todas las cadenas y se respetan los tiempos con bastante seriedad, sobre todo por no existir compromisos publicitarios que atender que puedan interrumpir lances del juego o cortar el final por imperativo de la parrilla y sus bloques publicitarios.
El mayor inconveniente es que los costes suelen ser muy elevados y parece poco razonable que las cadenas públicas entren en el juego, gastando un dinero que sale de los ciudadanos y contribuyendo además a elevar dichos costes.
– Por televisión de pago: suele ser la mejor de las opciones para quienes pueden permitírselo y tienen además un especial interés en el deporte en cuestión, más allá del mero entretenimiento de ver a un paisano compitiendo.
Al conllevar un coste extra para el espectador, las retransmisiones cuidan más el producto que ofrecen, con comentaristas de calidad, con cámaras propias que añadir a la retransmisión oficial de origen e incluso, en casos de pago por la competición exclusivamente, opciones multicámara, 3D y otros caramelitos que justifiquen su habitualmente elevado precio.
El principal inconveniente, que su audiencia está muy limitada, lo que reduce los ingresos del canal y supone una frustración para cientos de miles de espectadores.
Al final, se trata de elegir entre calidad previo pago o sometimiento a la tiranía de la publicidad, entre pagar un dinero en efectivo o pagar con nuestra atención y sufrir molestas interrupciones. ¿Se puede hacer mejor en el segundo de los supuestos? Seguro que si.
No todas las televisiones comerciales tratan igual las emisiones deportivas.
La fórmula que más se está extendiendo en el caso de los torneos deportivos es emitir la mayor parte de los partidos en plataformas de pago, dejando sólo en abierto los de interés general. Es lo que sucedió con el mundial de fútbol, que sólo podía verse por completo en D+, y lo que lleva varios años pasando con Wimbledon. La semifinal de Nadal contra Murray hizo un 13% en Cuatro, pero un partido de primera ronda ni se acercaría a las dos cifras. Económicamente no es rentable.
El espectador poco tiene que decidir en todo esto.