Era una de las grandes apuestas de Telecinco para esta temporada y tenía muchos puntos a su favor:
Diferente: tras el éxito probado de series de aventuras como Águila Roja en TVE o históricas como Hispania en Antena 3, Telecinco por fin se atrevía con una serie distinta de las tan habituales comedias de nuestro tiempo. Aunque aquí también había un niño, la clásica estructura generacional de las series de la casa, era abandonada para mostrarnos las aventuras de un grupo de adultos, aunque unos fueran más maduros que otros.
Exteriores: rodar en escenarios naturales es siempre un quebradero de cabeza para la producción. Hay que hacer un trabajo exhaustivo de localización, pedir permisos, confiar en la climatología, muchos factores externos que controlar que llevan a la mayoría de producciones a centrar sus historias en interiores o exteriores recreados en plató. Piratas sin embargo, apostó por el realismo y tuvo el valor de rodar en Galicia, localización fotogénica como la que más, pero tremendamente impredecible. Han tenido suerte y han ido a dar con el año menos lluvioso de los últimos tiempos y el resultado visual ha merecido la pena.
Plantel de actores: a priori había una buena base actoral para hacer un producto de calidad, gente con experiencia, con categoría y reconocimiento.
Presupuesto: para una apuesta como esta, no solo había que convencer a los directivos de la cadena para afrontar el riesgo de un producto diferente, también el de un coste mucho mayor del habitual y parece que en este sentido no se han escatimado los gastos, con presupuestos de 600,000 euros por episodio.
Con estos mimbres, la serie podría parecer destinada al éxito, en una cadena que maneja muy bien sus estrenos, con la bien aprovechada coincidencia del estreno de la cuarta entrega de Piratas del Caribe (a la postre con similar crítica entre quienes la han visto) y con una aparentemente floja competencia en lunes que hacía presagiar un notable funcionamiento de las aventuras de este comercial grupo de piratas. Con los datos de su estreno, más de un 17% de share, la cosa prometía, pero semana a semana la audiencia ha ido cayendo hasta registrar ayer un 10,3% de share, el dato más bajo de toda su andadura.
¿Cuales han sido las causas de este fracaso? Seguramente haya muchas más, pero a mí se me ocurren rápidamente unas cuantas:
Día de emisión: pese a que la noche del lunes es una de las menos competitivas y que CSI hace tiempo que no registra los excelentes datos que acostumbraba, es muy difícil educar al espectador a un cambio tan importante en una noche que lleva siendo estable tantos años. Los seguidores de CSI no parecen público para Piratas y además estaban molestos con el cambio, mientras que aquellos que no sintonizaban Telecinco ese día tendrían que ser conquistados poco a poco, arrancados de su elección habitual y esta es una tarea complicada. Quizá en otro día hubiera sido más fácil, aunque la competencia fuera mayor.
Elección de actores: mientras algunos de los protagonistas de esta historia eran actores de calidad, de reconocido prestigio, curriculum y solvencia, otros no han dado el resultado esperado. Entre todos, destaca el fracaso de Pilar Rubio, que no ha logrado resultar natural ni en el último episodio pese a que, en mi modesta opinión, no ha sido tan terrible como cabía esperar. De todos modos, el protagonismo de su personaje pedía otra elección y no era difícil de adivinar que no funcionaría. El estrepitoso fracaso de Operación Triunfo sembró además las dudas sobre su valía y la convirtió en blanco fácil de malas críticas. Pero no solo ella, la figura del niño Antón Velasco, tampoco ha dado la talla y el excesivo parecido con el personaje de Guillermo Campra, Alonso en Águila Roja, parecía meter al personaje con calzador y lo convertía en innecesario.
Falta de realismo en las luchas: estoy convencida de que los actores han trabajado mucho para saber manejar la espada y para rodar las frecuentes escenas de lucha que adornaban cada episodio pero, lamentablemente, no solo se trata de hacer un buen trabajo con los actores, también es necesario un excelente trabajo de coreografía y edición para que el resultado sea convincente y en este caso no ha funcionado. Si comparamos las escenas de lucha de Piratas e Hispania hay una diferencia muy importante que convierte a unas en una pantomima y a las otras en una verdadera batalla. Es una dificultad más a añadir a una producción de estas características y un consumo de tiempo y dinero importante hacerlo a la perfección, pero es fundamental para dar credibilidad a la historia.
Para rematar la falta de sintonía con el público, las tramas no han sido cerradas y los pocos seguidores fieles que han aguantado las constantes críticas, los cambios de horario y la falta de sueño, no han sido premiados con un final redondo, en espera de una segunda temporada que no se espera.
Estas son solo algunas de las razones que pueden haber llevado a Piratas a ser un fracaso en términos de audiencia. Pese a todo, creo que es importante destacar dos cuestiones, la importancia de la apuesta por la novedad, como decía en un principio, se agradece que las cadenas salgan de su círculo de confort para ofrecer producciones distintas; y por otra parte, la calidad de la serie que, pese a sus fallos, ha sido muy notable en conjunto y no debe echar por tierra las ganas de nadie, ni de la cadenas, ni de la propia productora, ni mucho menos de la audiencia, de seguir apostando por este tipo de series. La excelencia se consigue probando y arriesgando y debemos valorarlo.
No triunfó porque era una mala serie, no hay más motivos.