Hoy se confirmaba la noticia de que la próxima temporada de Glee será la última que tenga a sus protagonistas juveniles como miembros del club de canto y del propio reparto de la serie.
Como los chicos ya están creciditos y no tiene sentido que se pasen la vida en el instituto, optarán por cambiar de protagonistas en lugar de cambiar de escenarios, como ha ocurrido en otras series que nacían en centros educativos, el ejemplo más reciente: Gossip Girl, que este año seguía a sus protagonistas en su periplo universitario.
Realmente, la serie es la historia de un club de canto de un instituto, por lo que era complicado pensar cómo trasladar estos mismos argumentos a unos alumnos que se gradúan y cuya presencia en el club ya no tendría ningún sentido (aunque siempre podrían haberlos convertido en profesores, como pasó con África en Los Serrano). Hacerles permanecer en el instituto año tras año sin darle mayor importancia a la evolución de sus estudios era también una opción viable, como han demostrado muchas otras series de este estilo, una opción que Ryan Murphy no contempla y que acabará con la presencia en la serie y en nuestras vidas de Rachel, Finn, Quinn, Britanny y compañía. Suponemos que permanecerán los profesores, otra de las patas importantes de este éxito, y que serán ellos los que sirvan para mantener el espíritu original de Glee.
Este cambio, pese a lo lógico, es una apuesta tremendamente arriesgada, pues gran parte del éxito de la serie se debe a la aceptación de sus personajes, al calado de sus historias personales y, por supuesto, a sus capacidades para cantar y bailar. Eliminar de un día para otro a estas estrellas, todavía rutilantes, es una apuesta de futuro de esas que diferencian a las producciones norteamericanas, mucho más osadas a la hora de empezar de cero una y otra vez que las españolas. Y en este caso, aún más, no recuerdo ninguna otra serie que haya hecho algo así de drástico (pero seguro que algún lector tiene un ejemplo).
En las tres temporadas que hemos visto hasta ahora (o dos, según se mire), Glee ha introducido nuevos personajes y todos han funcionado más o menos bien, aunque el protagonismo siga estando en los personajes originales. El equilibrio entre unos y otros es lo que ha logrado que la serie siga manteniendo una importante base de espectadores y superfans de los chicos de siempre mientras mostraba algo de frescura con la incorporación de nuevos personajes o la potenciación de los secundarios, que han dado grandes momentos.
Pese a que esta última temporada ha tenido grandes altibajos, los episodios buenos han servido para compensar los más lentos y aburridos y ya estoy echando de menos a Kurt y Rachel, las dos voces más valiosas de este gran elenco. Si lo hacen como saben, ya estoy pensando en el episodio final de temporada, puede ser grandioso y al mismo tiempo de esos que no quieres ver para que no se acabe.
Pues vaya..será un poco raro ver la serie sin los personajes habituales! A ver q es lo q hacen y si funciona!!