Se ve venir desde hace unas semanas y están a punto de conseguirlo: el programa más tontaco de la televisión se convertirá en muy poco en el primer programa que consigue un millón de amigos en Facebook y lo están celebrando por todo lo alto, no solo con concursos y autocomplacencia (sin ánimo alguno de ser peyorativa con el sustantivo), sino con el mejor regalo que la audiencia puede ofrecer, su atención.
No es que Tonterías las justas sea un programa de máxima audiencia, ni siquiera bate records en su propia cadena, pero si ha logrado dos cosas fundamentales a la hora de hacer televisión: mantener unos datos razonables para su cadena y franja (alrededor del 5% en este caso) y, sobre todo, sobrepasar la pantalla e involucrar a sus espectadores más fieles e incluso a aquellos que solo les ven ocasionalmente. Y es que hoy en día es raro el joven que no sabe lo que es hacer la gamba o un corchopanazo, tonterías grandes donde las haya pero muy importantes para programas y canales que necesitan relevancia entre su público.
Personalmente, no logro ver un programa entero de Tonterías las Justas, me cansan, mejor dicho, me agotan con su energía y sus listas machaconas, pero entiendo perfectamente el soplo de aire fresco que suponen para la televisión y admiro la capacidad de hacer televisión absurda con los elementos más sencillos. Puede parecer fácil, pero no lo es, ningún programa de televisión lo es, mucho menos un directo y poquito a poco Flo y su pandilla están consiguiendo encontrar su sitio.
El hecho puntual de conseguir un millón de amigos en Facebook es además una excelente excusa para integrar las redes sociales en el conjunto del programa, lo que llaman ahora un formato 360º y que ha dado lugar a un nuevo concurso que por el momento se llama Yo quiero tener un millón de amigos y que ha logrado ser premiado en el MIP TV, la más importante feria de contenidos audiovisuales. Este concurso parte del ya clásico encierro de los concursantes, que en este caso estarán completamente aislados con un ordenador y tendrán que lograr que sus amigos hagan pruebas por ellos e ir sumando apoyos. Así a simple vista, podría parecer un Tonterías Las Justas sin encierro.
No todos los programas de televisión necesitan ser 360º, no todos piden una extensión en las redes sociales y una involucración de sus espectadores hasta el punto de alimentar el programa con lo que los fans hacen o dicen de ellos, con sus interacciones, pero la red está ahí, es una increible manera de conectar con toda esa gente que día a día te presta atención y a la que es imposible llegar de forma personalizada, menos aún recibir sus comentarios a diario.
Con la aparición de medios sociales como Twitter y Facebook, si bien sigue siendo imposible dar feedback personalizado a todos, la cercanía que se establece entre programas, presentadores y espectadores es mucho mayor de lo que nunca ha sido y hay formatos que pueden sacarle mucho partido y crecer en torno a ello, Tonterías las justas es un gran ejemplo y su millón de amigos una estupenda forma de reconocerlo y celebrarlo. A por ellos.
Qué truñaco de programa. Realmente un bodrio sin sentido, ni gracia, a menos que seas un perfecto idiota descerebrado. Es tan malo como el Hormiguero, pero a la hora de la siesta. O peor: por lo menos en el Hormiguero consiguen entrevistas a gente interesante, como cierta bloguera de televisión…
Además el mérito es más bien haber aprovechado la fuga de audiencia de SLQH, que también está bajo mínimos, sin rumbo ni ideas. Cosa que realmente lamento porque me encantaba.