El asunto Mad Men demuestra que el éxito no siempre es garantía de que una serie de televisión funcione, bien en emisión, bien en los despachos. Para los que no estén al tanto, los antecedentes son muy sencillos: tras cuatro fantásticas temporadas plagadas de éxitos de crítica y premios varios, Mad Men ha conducido a la cadena AMC a un lugar privilegiado en el panorama de la televisión de pago y en las mentes de los espectadores americanos y extranjeros. Del mismo modo que HBO es sinónimo de calidad, AMC es sinónimo de Mad Men y estos de televisión pausada y delicada que hay que disfrutar con mimo. Un lujo para los sentidos audiovisuales y un dolor de cabeza para los ejecutivos de la cadena.
Es ya tradicional que el momento de renovación de contratos entre AMC y Mad Men sea un ‘cliffhanger’ tras otro como si de una serie de acción se tratara. El principal responsable de la creación , Matthew Weiner, parece tener las cosas muy claras y no estar dispuesto a ceder en cuestiones que afecten a su creatividad y, con sus credenciales, el miedo a que Mad Men resulte cancelada no es algo que contemple en sus negociaciones.
Por su parte, la cadena pide algunas cosas aparentemente racionales, como la reducción en dos minutos de la duración de los episodios para poder incluir más publicidad y otras un poco más delicadas, como la inclusión de ‘product-placement’ y la eliminación de dos de los personajes para reducir costes. Lógicamente, el proceso creativo se verá afectado por estas peticiones pero, en lo que respecta a la duración, no veo mayor problema, especialmente en este caso en que la serie es ya más larga que la media de produciones americanas, al tratarse de un canal con menos publicidad como AMC. ¿De qué tiene miedo Weiner? ¿Son realmente necesarios dos minutos más en cada episodio para desarrollar correctamente las tramas? Si fuera un añadido creo que lo entendería mejor, pero quitar, siempre se puede quitar metraje antes de ponerse a grabar.
Más preocupante me parece la eliminación de dos personajes que, si se trata de una cuestión económica, no serán lo menos lucidos precisamente. Entiendo que en una serie tan coral todos cumplan su función y que exista una obligación moral con ellos, con todos ellos pero, hay algunos prescindibles sin lugar a dudas, aunque quizá no sean los que más ahorro proporcionen a la producción.
Mientras la cadena insiste en sus peticiones, Matthew Weiner reclama su derecho a seguir haciendo lo que hasta ahora ha venido haciendo, y con un incontestable resultado. Obviando las cuestiones meramente empresariales, al chico no le falta razón.
Complicadas cuestiones a tener en cuenta y en ello están unos y otros. Mientras tanto, no esperamos ya ver la serie este verano y tendremos que confiar en que 2012 nos la devuelva, vaya usted a saber en qué condiciones y con qué actores, pues suponemos que ninguno desea un año entero de parón con lo que eso significa para quienes trabajan frente a las cámaras y dependen de la exposición pública para trabajar y ser reconocidos. Al final puede incluso que la reducción de plantilla salga sola, aunque no tengo claro que para beneficio de nadie.
El otro día pensaba en este serie. He visto todas las temporadas emitidas y tengo la sensación de que ya ha acabado. No espero nada más. No tengo la sensación de que hayan quedado tramas interesantes en el tintero. Y si quedan, quedarían siempre… como si grabaran nuestras vidas. No sé.
Me gustó pero reconozco que la doy por terminada.