Esta noticia sobre una sentencia del Tribunal Supremo me deja algo atónita, pero no es más que un reflejo de lo que muchos ya sabemos cada vez que nos enfrentamos a la televisión: que la mayor parte de aquello que vemos es ficción, incluso aquello que tiene protagonistas reales.
La sentencia del Supremo afirma que los programas de televisión rosa son entretenimiento y no información y por tanto no es exigible la exactitud de lo que en ellos se cuenta, literalmente dicen que no es necesaria «una precisión absoluta». De esta manera, el Supremo da la razón a Telecinco en su defensa de una denuncia de Cayetano Martínez de Irujo, por unas informaciones relativas a su luna de miel.
De entrada me quedo sorprendida con la decisión del Tribunal, que sin embargo responde a una evidencia cada vez que vemos o escuchamos programas tipo Sálvame en los que mayoritariamente se habla de oídas, se comenta lo que se ha dicho de boca en boca y se muestra el ejemplo más palmario del conocido juego del teléfono estropeado. Mucho insistimos algunos en que la educación para ver la televisión desde la más tierna infancia es fundamental a la hora de entender lo que muestra la pantalla y creernos los justito de lo que allí se ve y este juego, tan común y tan sencillo, es el principal elemento de juicio que cada pequeño debería tener en mente cada vez que enciende la televisión.
Pese a todo, me parece inaudito que la justicia, en el caso de que los famosos quieran recurrir a ella, no defienda la obligatoriedad de ser veraces, por mucho que se trate de programas de entretenimiento y no informativos. Personalmente, insisto mucho en que no es necesario crear ningún tipo de consejo audiovisual porque las leyes que ya existen deben ser suficientes para que los ciudadanos (famosos o no) estén defendidos y amparados en sus derechos fundamentales. Cuando las leyes dejan de amparar estos derechos, la cosa se complica y se vuelve aún más necesaria la educación para el consumo de medios y quizá un cartelito informativo (este si) que indique que lo que estamos viendo es entretenimiento y cualquier parecido con la realidad puede ser mera coincidencia.
Si son entretenimiento, que lleven a payasos y malabaristas entonces…y no a gente que, en el mejor de los casos, una vez fue periodista…