Parece mentira que en los tiempos que corren donde la comunicación, la política, las escuelas y casi cualquier sitio en el que existan palabras vive pendiente de no ofender a nadie, por la que te pueda caer, pasen cosas como la de Marie Claire, que en su edición online para EE.UU. criticaba con dureza la serie de la CBS Mike & Molly, protagonizada por dos actores entrados en carnes a los que la revista califica poco menos que de atentado al buen gusto.
Me llama la atención que esto ocurra por la mencionada corrección política, pero también por la tontería tan grande que supone criticar una serie por el tamaño de sus protagonistas. Conste que yo soy la primera que ha criticado, o comentado, la cara acartonada de Alyssa Milano en Romantically Challenged o los kilos de más que habían cogido Anabella Sciorra en Mental, pero creo que nunca se me habría ocurrido compararlos con el desasosiego que produce ver un drogadicto o un indigente, algo que si hace Maura Kelly en su columna.
Sin embargo, juzgar las intenciones de alguien solo por lo que los demás escriben de lo que esa persona ha escrito es, cuando menos, un acto de juicio incompleto, así que busqué el artículo en cuestión y lo leí con detenimiento, para encontrarme con un alegato contra la obesidad y la mala alimentación que tanto abunda en EE.UU. y contra la que muchos famosos comunicadores vienen rebelándose desde hace ya algunos años. El ejemplo más reciente lo tenemos en Jamie Oliver y su famoso Food Revolution. Es revelador el hecho de que critique, no solo la gordura de sus protagonistas, sino el hecho de que no parezca preocuparles que sea malo para su salud y que pasen el episodio contando chistes sobre el tema. Desde luego, si lo planteamos como un tema de salud pública y la concienciación necesaria entre la población, el sustituir la obesidad por alcoholismo o drogadicción podría llevarnos a criticar aún más la serie o si, en lugar de ser obesos, Mike y Molly fueran una pareja anoréxica.
Tradicionalmente la gordura no se ha visto más que como una cuestión estética, pero desde hace un tiempo se ha convertido en un problema médico de importancia, tanto por la cantidad de personas que mueren al año por complicaciones derivadas de su sobrepeso, como por los gastos que ocasiona a la sanidad. Quizá la elección de las palabras de Maura Kelly no fuera del todo adecuada, quizá la autora ha pecado de falta de sensibilidad, pero no me parece que lo escrito haya sido una agresión tan brutal como la pintan, ni siquiera que fuera necesaria una disculpa, casi tan larga como el artículo original y en la que creo que mete aún más la pata. Después de todo, el origen de la polémica está en un artículo de CNN, en el que, de forma mucho menos personal, se comentan exactamente los mismos temas.
Para ser justos, algo parecido debería ocurrir con la serie que se emite inmediatamente después de Mike & Molly, hablo de Two and a Half Men, protagonizada por un Charlie Sheen en proceso autodestructivo total, tanto en la ficción como en la vida real. Un Sheen que, según cuenta Los Angeles Times, parece estar contando su propia historia y que, sin embargo, recibe todo tipo de parabienes y hasta posibles aumentos de sueldo por ello, sin que nadie salga a la palestra a reclamar un poco de responsabilidad social.
Gracias por enlazar el artículo de Marie Claire que, como dices, no es tan irritante… hasta llegar al final y a esta parte:
«Then again, I tend to think most television shows are a kind of junk food for the mind and body. The boob tube gives us an excuse to turn off both our brains and our bodies and probably does a helluva lot to contribute to the obesity problem, over all. So … I don’t know.»
Perdon? Sería iniciar otra discusión sobre la telebasura, creo yo, más o menos, en paralelismo a la comida basura, paralelismo que siempre me ha parecido injusto… pero, perdon?