Hoy por fin he terminado de ver la primera temporada de Breaking Bad. Pese a que tan solo tiene seis episodios por culpa de la huelga de guionistas el año de su nacimiento, me ha llevado más de mes y medio terminar de verla, fundamentalmente por la dureza de muchas de sus tramas y escenas. No veré la segunda temporada.
Tengo claro que no seguiré, pese a que la relación entre el protagonista y su mujer me parece deliciosa y que me encanta verles juntos y disfrutar de toda la parte de su vida familiar. Sin embargo, el resto de la historia no me resulta agradable, desde la escena de la bañera del segundo episodio a la paliza brutal que casi remata el sexto, no son pocos los momentos en los que he pensado cuan largas se me hacían cada una de las entregas de esta excelente y al mismo tiempo terrible serie.
Porque Breaking Bad es una serie fabulosa, hecha para gente que aprecia la calidad narrativa por encima de las sensaciones desagradables que algunas historias puedan producir y que en este caso son un buen puñado.
Ojo que el problema de Breaking Bad no es el cancer de su protagonista, porque al mismo tiempo que veía esta primera temporada se estrenaba The Big C, otra serie con el mismo punto de partida pero narrada desde otra perspectiva bien distinta, la de una mujer que decide que en el año y medio de vida que le queda va a disfrutar de un montón de cosas que hasta entonces no ha podido, la mayor parte de ellas por culpa de absurdas convenciones sociales y me encanta.
Misma historia, distinta forma de afrontarlo: Breaking Bad es un drama clásico de una hora de parrilla, mientras que The Big C es una comedia en su media hora corta. El primero es una obra monocroma, de personajes y escenarios claustrofóbicos, mientras la segunda irradia color, diversión y risas tristes.
No sé qué clase de espectadora seré, como se clasifica a la gente como yo, pero lo tengo claro: Breaking Bad es una muy buena pieza audiovisual que merece los premios que recibe, pero yo me quedo con The Big C.
Pues yo lo tengo claro: eres el tipo de espectadora que se pone ante la tele a pasar un buen rato y desconectar, no a tener mal cuerpo durante dos días. Eso no es ni bueno ni malo (yo Breaking Bad ni me la planteo), ni significa que la gente que la vea sea más insensible, ni nada. Es que si un capítulo de algo es un mal rato, para eso ya está el telediario…