OJO SPOILERS: Si no has visto el último episodio de la temporada de Glee, quizá prefieras no leer esta entrada.
Esta semana terminaba en EE.UU. la serie que sin duda puede calificarse como la revelación del año y yo ya tengo ganas de que empiece la segunda temporada, no sin cierto miedo, principalmente por dos motivos: la renovación automática para una tercera temporada que ya ha anunciado Fox y el cansancio que empiezan a notar ya algunos de sus protagonistas y que les ha llevado a pedir a los productores un poco de calma.
La temporada ha sido algo irregular, me llama la atención este post de Marina en el que comenta como se achaca esta cuestión a la existencia de tres creadores muy distintos y la personallidad tan particular que cada uno de ellos es capaz de imprimir a los episodios que escriben. Esto puede considerarse una ventaja, al convertir la serie en un conjunto de episodios variados que no se repiten de forma cansina, pero yo preferiría que se mantuviera algo más homogénea, con sus defectos y sus virtudes.
Respecto al episodio final, me ha pasado como con la temporada, encantada con el principio y más bien fria hacia el final. Creo que de pronto han desarrollado cosas de forma muy precipitada, como el regreso de la madre de Quin o el interés de la madre de Rachel por adoptar un bebé, cuestiones que podrían haber construido un final más intenso que el que hemos visto, aunque solo la conversación de Schuester y Sylvester en la sala de ensayos ya merece la pena.
Pero el momento culmen del episodio es el intercambio de escenas entre el número de Vocal Adrenaline y el parto de Quinn, una estupenda muestra de edición televisiva que permite quitar algo de dramatismo a la llegada del bebé (nunca he entendido por qué en todas las películas y series se da a luz sin epidural) y al mismo tiempo mostrar por qué la competición la gana quién la gana. Es evidente que Jesse no es Freddie Mercury, pero hay canciones que a mí me remueven por dentro y esta es una de ellas, con Freddie o sin él. Algo que me dice que a Montsinya tambien le gustó.
El volver al inicio de la serie, con las canciones de Journey me ha parecido excelente y algo lostiano, no solo por terminar con aquello con lo que empezaron, sino también por el hecho de titular el episodio así «Journey» (Viaje) dando a entender que esta temporada que termina ha sido un estupendo viaje en el que hemos disfrutado, hemos reido, hemos llorado… algunos incluso han abandonado.
A diferencia de otras series, una de las características de este último episodio ha sido la ausencia de cliffhanger, lo han dejado todo bastante rematado y listo para empezar de nuevo en otoño y quizá por eso la sensación haya sido menos intensa que al finalizar la primera tanda de episodios, aquel momento fantástico en el que los astros parecían confluir para que todos los protagonistas que nos importan fueran felices, cumplieran sus sueños y que tan poquito les duró, pues recordemos que otro de los episodios destacados de Glee ha sido el primero de la segunda entrega, en el que logran poner de nuevo las piezas donde estaban, donde son necesarias para dar juego.
No son pocos los espectadores que no logran encontrarle la gracia a esta serie, algunos todavía insisten en compararlo con High School Musical. No hay esperanza para ellos, Glee es lo que es y dudo mucho que aquellos que no se han sentido inspirados por alguno de sus primeros episodios logren engancharse nunca. Si en ningun momento se te han ido los pies, si nunca te has encontrado con cara de bobo y sonrisa idiota viendo esta serie, Glee no es para tí. Los demás seguiremos disfrutando.
Si bien estoy de acuerdo en que la aparición de la madre de Quinn ha sido precipitada, no lo estoy con lo de la madre de Rachel. Durante las apariciones del personaje en la temporada, se ha ido mostrando su necesidad de ser querida (primero por Will, después por Rachel), un argumento que culminaba con su decisión de montar una familia que sustituyese la que abandonó… De allí a que la familia sea con la hija de Quinn y Puck solo había un paso. A mí me ha parecido una forma genial de unir estas dos líneas argumentales.