Ah, cómo echo de menos aquellos tiempos en los que no era necesario mirar la mosca de la cadena o el numerito del dial para saber qué era lo que estaba sintonizado en nuestra televisión, aquellos tiempos en los que las cadenas se reconocían por los productos que emitían y donde un determinado programa era el sello reconocible de una forma de hacer televisión, de un caracter, de un target específico.
Pero esos tiempos han pasado y ahora los programas, y especialmente las series, pululan de canal en canal, ofrecidos al mejor postor o simplemente a quién esté dispuesto a darles una segunda vida, sin importar la imagen de marca de unos y otros.
La cosa empezó con la poliferación de canales de refrito, que no solo ofrecían productos de la cadena principal del grupo al que pertenecían, sino que compraban sin reparo productos de la competencia que esta ya no pensaba explotar y que aquella consideraba podría proporcionarles algún rédito o, al menos, rellenar de forma poco costosa algunos huecos de la parrilla. Lo hemos visto, y aun ocurre, en canales de pago y en la TDT, tanto en España como en EE.UU.
El colmo de este aprovechamiento total de las ventanas de explotación lo encontramos cuando una misma serie se emite en distintas cadenas al mismo tiempo, dependiendo de la temporada en la que nos encontremos, las más recientes en el canal de mayor audiencia o considerado de mayor valor y las más antiguas en canales recién creados, con poco presupuesto y recursos, aquellos que podríamos calificar de segunda división, aunque en ocasiones logren conformar una parrilla de títulos tan atractivos como las más exigentes, eso si, con temporadas ya trilladas. El caso más clamoroso de esta prática lo encontramos en España con CSI, que actualmente puede verse en Telecinco, en La Siete, en AXN o en Fox Crime, para tremendo despiste del espectador.
La otra modalidad de producto despiste la encontramos en el intercambio de formatos entre televisiones, con ejemplos muy recientes como Mira quén baila y Más que baile, dos productos idénticos que solo han cambiado de nombre por exigencias del contrato o el más clamoroso aún de Medium, que agotó la confianza de la NBC solo para ser recibida con los brazos abiertos en la CBS, donde no solo ha funcionado bien, sino que ha logrado permanecer en la parrilla una temporada más pese a la cancelación de Ghost Whisperer, con quién formaba el tandem fantasmal aparentemente perfecto.
Si a todo esto sumamos el imparable consumo de televisión por internet, bien de forma completamente libre o a través de portales que albergan productos de distintas marcas televisivas, la tan manida frase de que el contenido es el rey se hace patente en este caso también, permitiendo al espectador elegir el producto que más le apetece ver sin guiarse por el paraguas de la televisión que lo ofrece, sin la antes obligatoria filiación a un determinado canal, confirmando una vez más la absoluta defragmentación de los contenidos audiovisuales clásicos.
Ahora veo que en la sexta dan Urgencias desde el primer capítulo, y creo que también la dan así en la siete.