Yo sabía que el final de Perdidos no me iba a gustar, es imposible que una serie que ha tenido tanta trascendencia y que es tan enrevesada acabe con un lazo perfecto, pero al menos esperaba que la última temporada fuera espectacular y nos dejara la boca abierta en cada final de episodio y lamento decir que no.
Llevamos ya siete episodios y aun no puedo decir que algo me haya sorprendido, es más, al terminar cada uno de ellos voy rápidamente a buscar análisis y críticas de quienes lo han visto antes que yo, para intentar entender lo que está pasando, para ver si hay algo más allá que sea realmente impactante, algo que se me escape y que de un nuevo significado a lo que hemos visto, pero nada.
Ni siquiera las imágenes de reencuentros, habituales en Perdidos y siempre muy emotivas, consiguen emocionarme ya, aunque quizá también se deba a que ha llegado un momento en que me pierdo con tantas idas y venidas de los protagonistas y ya no recuerdo cuanto tiempo llevan sin verse unos y otros.
Esta última temporada de Perdidos, lejos de aportar respuestas o de caminar en pos de una conclusión más o menos razonable, parece una temporada de transición, una de esas en las que los guionistas se atascan y buscan desarrollar historias sobre las que sembrar más adelante pero no termina de entretener.
Perdidos siempre será una serie mítica, pero me da tanta pena que no termine con una gran temporada, una espectacular que no deje a todos pegados al sillón pidiendo más. Quizá el último episodio si sea revelador y brutal pero me está costando tanto llegar con ganas.
¿Solo me pasa esto a mí o vosotros también nos aburrís?
Pues si, es cierto que no están cerrando todas las tramas como se esperaba pero tengo la impresión que el doble final y los anteriores serán bastante más climáticos.
De todas formas está claro que no van a cerrar todas las tramas (como ya ha confirmado Damon Lindeloff) y habrá que acudir a la Enciclopedia que convenientemente sacará la ABC.