En este país nuestro donde las entregas de premios nunca son un gran evento como lo pueden ser sus iguales en EE.UU., uno de los más conocidos galardones televisivos es el TP de Oro, aunque solo sea por la tradición de muchos años o por ser el reconocimiento del público.

Hemos de reconocer que a todos los que nos gusta la televisión, nos gusta más una entrega de premios que a un tonto un lapiz, y por eso hacemos nuestras apuestas y nos enfadamos cuando nunca premian a los que nosotros queremos. Pero, para emocionarnos de verdad con estas cosas, para empezar a sentir el gusanillo de que nuestro actor favorito puede llevarse por fin el premio o para cultivar bien un buen cabreo cuando ves que las series de siempre amenazan con volver a arrasar en la ceremonia final, es fundamental empezar desde la comunicación oficial de los nominados.

Esa reducida lista de candidatos que empieza a perfilar ganadores y perdedores, que muchas veces ya es un gran éxito en si misma para algunas producciones, aunque luego no se transforme en premios recogidos y que, por alguna extraña razón, los responsables de los premios TP se resisten a ofrecernos. Y es que la lista de candidatos a recibir el premio en cada una de las categorías es tan larga, que lejos de ser una selección previa de los mejores, no es más que una enumeración de los que existen.

Supongo que esto se explica de forma muy sencilla con el hecho de que son premios que vota el público y que, por tanto, debe definirse cuales son las categorías en las que va cada presentador o cada tipo de programa, algo que a veces no resulta nada fácil, por no hablar de la necesidad de delimitar cuales son  las producciones del año. Pese a que entiendo la necesidad, es una pena que nos priven de esta lista reducida de candidatos con la que empezar a buscar algo de lo que protestar.

Este domingo son los Globos de Oro, ellos si que lo saben hacer bien.