Hay cosas que nunca entenderé de como funcionan las dinámicas de la oferta y la demanda. Las cadenas de televisión en abierto se financian con las inversiones publicitarias que las marcas hacen en sus cortes comerciales, inversiones tanto más costosas cuanto mayor es la audiencia del programa que interrumpen para anunciarse. La lógica dice que las cadenas buscan tener el mayor número de anunciantes posibles para ingresar más dinero, anunciantes que sólo vendrán si la gente ve los programas y que, por tanto, no serán fáciles de atraer si interrumpimos demasiado la programación haciendo imposible seguir un determinado programa con comodidad. Esto lo he comentado con frecuencia: creo que la presión publicitaria puede hacerse bien y que las propias cadenas estarán intertesadas en autoregularse porque ninguna quiere espantar al público.
En cualquier caso, y dado que la gente muchas veces utiliza las pausas publicitarias para hacer otras cosas y no necesariamente zapear, seguirán siendo muchas las cadenas que reciban datos falsos de la efectividad de sus anuncios, y así el aumneto de los minutos de publicidad por hora que se prevee en la nueva ley audiovisual puede parecer una barbaridad.
Pero lo que no alcanzo a entender es qué ocurre cuando son los propios anunciantes los que ponen el grito en el cielo por este aumento del espacio destinado a publicidad, anunciantes que rechazan incluir sus anuncios en bloques publicitarios infinitos, conscientes de que así, no sólo no funciona la publicidad para dar a conocer su producto, sino que puede además suponer una carga, al generar malestar en el espectador. Y entonces yo me pregunto: si los que ponen el dinero para que las televisiones sobrevivan no están de acuerdo con que se les permita aparecer más en pantalla ¿no está el asunto resuelto? Por mucho que las cadenas quieran llenar su parrilla de publicidad, si los que atienden huyen despavoridos y los que pagan no están dispuesto a entrar en el nuevo sistema, parece que la presión ejercida desde ambos lados del tablero de juego deja claro como debe ser la partida.
Pese a todo, por si las cadenas aun no tienen claro quién maneja el cotarro, los anunciantes avisan de que podrían plantarse un día y dejarlas a todas sin publicidad en señal de protesta. Pues no estaría mal.
Los anunciantes no solo están preocupados por la baja calidad de los programas que puede acarrear el tiempo de publicidad, y que puede hacer que la gente escape de esos programas y al final no los vea nadie. Si no que además, al haber más tiempo también hay más competencia y por lo tanto la publicidad será menos efectiva, será más difícil que el espectador «se quede» con el anuncio y eso los anunciantes lo saben.
Si vemos los mismos programas de lunes a viernes (ej telediario) y en el corte solo emiten 3 anuncios, al quinto día nos sabremos el anunciante, marca, modelo y hasta el nombre de los actores. Pero si en vez de 3 emiten 15, no vamos a memorizar nada.
Aumentan los anuncios por corte = disminuye la efectividad.