Vendido como la gran apuesta del prime time de los jueves, adelantada su emisión en la parrilla cerca de media hora para aumentar el impacto de su share en el total del día y once temporadas después, no me queda más remedio que concluir que este programa es un late night.
Será porque este año las peleas son mucho más razonables que en años anteriores o por los modelitos verduleros de la Milá, el caso es que la undécima entrega del reality la estoy viendo mucho más regularmente que otros años, en los que los gritos y la violencia verbal me desagradaban y hacían volver la cara hacia otro lado. Sin embargo, mi intento por seguir el programa de forma regular, choca jueves a jueves con la realidad de su estructura, que convierte al programa de prime time en un mero recopilatorio de lo que ha ocurrido durante la semana, para dejar lo verdaderamente novedoso e interesante relegado a horas en las que ya no tengo ganas de ver nada.
El programa empieza tan pronto acaba el informativo, alrededor de las 21:45 de la noche, pero no es hasta pasadas las once cuando se comunica el nombre del expulsado, primera parte de interés de la noche. Una media hora después, ya casi rozando la medianoche, llega el expulsado a plató y da comienzo la clásica entrevista incómoda de la presentadora, al mismo tiempo que se suceden las nominaciones. Todo ello culmina más allá de la una de la madrugada con la lista definitiva de nominados.
Si esto no es un late night, que alguien me lo explique.
Pues sí, está claro que el punto culmen de la noche es la expulsión, así que si no retrasan tanto el clímax no mantienen a la gran mayoría del público, que es lo que les hace tener el sahre que tienen.
Ya me gustaría a mí poder ver una curva de audiencia del programa. Apuesto a que empieza con audiencias bajas, cuando acaba ‘Cuéntame’ subirá un montón y después de la expulsión huirá la gente como alma que lleva el diablo.