Lo peor que le puede pasar a un famoso de verdad (de los que son famosos por su trabajo) el día que se mueren, es que alguien más famoso que tú se muera ese mismo día, y eso es lo que le ha pasado a la pobre Farrah Fawcett, que ha tenido la mala de suerte de vivir un cancer larguísimo, de morirse jóven y encima de hacerlo apenas unas horas antes que Michael Jackson, que le ha robado todo el protagonismo.
Medio mundo está hoy perplejo y deprimido por la repentina muerte de una de las figuras más relevantes de la música de los años 80 y posteriores, alguien cuyas canciones puedo asociar a muchos momentos de mi vida y, sin embargo, ninguno de esos recuerdos despierta en mí la ternura de Farrah y sus Ángeles de Charlie, la versión setentera de las Supernenas, la base de mis juegos de patio de colegio donde tres niñas jugando juntas siempre equivalía a un nuevo episodio casero de la famosa serie. Además, Farrah tuvo el detalle de abandonar apenas 29 episodios después y dejar paso a Cheryl Ladd, su hermana en la ficción, permitiendo que a nuestras correrías infantiles se pudiera sumar una amiguita más.
Yo siempre quise ser Kelly, el personaje interpretado por Jacklyn Smith, pero Farrah con su melena rubia en el papel de Jill siempre era la más solicitada. Esa mezcla de bellezón con inteligencia, ese pelucón lacado tan maravilloso que creó tendencia y mandó a nuestras madres a las peluquerías a hacerse el corte de pelo a lo Farrah, siempre quedará en el recuerdo de una generación de niñas que de mayores queríamos ser Ángeles.
Fíjate eso mismo estaba pensando yo, a mi me da muchísima mas pena su muerte que la de MJ, yo también pasé mi infancia jugando a Los Angeles de Charlie.
Una pena.