Me pasa lo mismo que a Bytheway, me gustaba La chica de ayer y me ha dado mucha pena que no haya sobrevivido a su primera temporada, aunque al menos hemos tenido la suerte de que no se haya movido de su espacio en la parrilla, de que nos hayan emitido todos los episodios e incluso de que nos hayan cerrado la trama, cuestiones todas ellas que pueden suplir el desastroso y tremendamente insultante corte de publicidad que se permitieron emitir ayer en medio del climax de la escena final.
Pensándolo bien, es posible que esta serie sea mejor con tan solo una temporada, pues el hilo conductor de la trama, el que lleva a su protagonista de sueño en sueño tras saltar hacia atrás en el tiempo pensándo qué hace allí, no podría extenderse mucho más sin cansar y, aunque en un principio los casos que resolvían en la comisaría eran independientes de su búsqueda personal y podrían extender la serie en el tiempo todas las temporadas necesarias, al final esta búsqueda marcaba, no sólo el hilo conductor de los episodios, sino también la trama policial.
Una de las cosas que más me gustaban de La chica de ayer era reconocer todas esas cosas tan antiguas, tan setenteras pero tan tiernas que iban salpicando la historia, desde el maravilloso anuncio de Mirinda del primer episodio, hasta el ataque tonto de risa que le da a Samuel cuando alguien se despide inocentemente con un «hasta luego Lucas». Todo son cosas que nos recuerdan elementos de nuestro pasado, más o menos cercano, pero que siempre quedarán ahí, que nos harán sentirnos como abuelos cebolleta muchas veces en los años venideros y que, en este caso, nos recordaban que las batallitas de nuestros padres y abuelos acaban inexorablemente por repetirse en cada uno de nosotros, porque recordarlas es parte de nuestra existencia.
¿Por qué no ha triunfado La chica de ayer pese a ser una de las producciones españolas con mejores críticas desde su estreno? Hay quién le echa la culpa a Aida, pero no podemos olvidar lo flojita que estaba la serie de Telecinco últimamente y cómo ha sido sólo en las últimas semanas cuando ha logrado remontar. Habrá quién piense que la historia no era buena y que en EE.UU. ha ocurrido lo mismo, prueba evidente de que no es un buen producto, pero yo creo que ambas series eran muy distintas, aun partiendo de un mismo Life on Mars original, que la nuestra tenía ese toque necesario de humor y de crítica social a la España más rancia de la que aun no nos hemos despojado y que la hacía un producto bastante distinto de su versión americana y de la original británica (que tampoco ha durado más de dos temporadas), no solo por la tramas, que también evolucionaron de forma diferente.
Si alguna pega la pongo yo a la serie es la interpretación de su protagonista, el único de todos los actores que está poco creible y sobreactuado, como ya comenté tras ver el primer episodio y algo que no cambió en absoluto con el avance de la historia. Si Ernesto Alterio hubiera sido más creible en su papel de un desorientado Samuel Santos ¿habría mantenido una audiencia más fiel? Nunca lo sabremos.
La romántica despedida de La chica de ayer fue vista por un 15,7% de audiencia, un dato bastante decente, sólo una décima por debajo de Aida.
Completamente de acuerdo, tanto en el comentario sobre los detalles (incluso los más nimios, como los palilleros del bar o la caja donde se guarda el botiquin en la comisaría, por poner dos de los muchos ejemplos), como en la sobreactuación de Ernesto Alterio, el infumable corte de publicidad (con el del futbol y este ya van…) y la sensación de que realmente me ha gustado la serie, a pesar de la reticencia inicial.