Lo sé, hacer una entrada dedicada a Belén Esteban es una horterada, pero no puedo evitarlo por más tiempo, alguien ha perdido la cabeza y tengo que decirlo o se me enquistará la mala uva. Allá voy:
El titular podría ser ago así como «Belen Esteban presentará un programa en la sobremesa de Telecinco» y todos nos habríamos echado las manos a la cabeza. Sin embargo, el titular quedo en algo parecido a Belén Esteban deja el programa de Ana Rosa para colaborar en el nuevo Sálvame y todos pensamos que la cosa no pasaría de ahí.
Por este nuevo programa, que está consiguiendo medio levantar las tardes de Telecinco, pasan cada día unos cinco o seis colaboradores de la «talla» de Kiko Hernández, Mila Ximenez, Jimmy Gimenez Arnau y la propia Belén. No tengo contadas las participaciones de unos y otros, pero me atrevería a afirmar que todos están allí el mismo número de días, uno arriba o abajo, que la propia Belén. Sin embargo, solamente la Esteban se erige en «copresentadora» del programa, del que ella califica como «su» programa y que lleva al verdadero presentador del mismo, Jorge Javier Vazquez, a cachondearse del asunto con frecuencia, especialmente cuando ella se arranca en uno de sus monólogos a párpado caido, erigiéndose en protagonista absoluta del programa.
Ya hace tiempo que los chicos de Sé lo que hicísteis se divierten con la definición de «mi programa» que Belén daba cuando aun era colaboradora de Ana Rosa pero, en aquel tiempo la cosa no pasaba de una forma de hablar y, desde luego, el protagonismo de «la reina» no se lo quitaba nadie, mucho menos una ocasional colaboradora.
En este caso es bien distinto y la otrora princesa del pueblo está pecando de exceso de protagonismo, de creerse tan importante como el propio presentador, de hablar de todo y como si estuviera en su casa, y sobre todo, de cargante y prepotente, haciendo callar al resto de invitados al programa y repartiendo estopa a diestro y siniestro como si estuviera en posesión de la verdad más absoluta.
Y lo peor de todo es que la culpa no la tiene ella, la tienen quienes se lo consienten, quienes la invitan a creer que es importante, quienes la tienen ahí para subir una audiencia que estaba perdida y que aprovecharán todas las posibilidades de crear polémica y malentendidos en torno a ella, sólo para darse el gusto de verla montar el pollo en televisión, los mismos que no dudarán en mandarla a paseo cuando su historia ya no tenga interés y que habrán pasado años forjando otro juguete roto más de este mundillo del famoseo que tantos réditos de audiencia da.
En este caso, la propia protagonista tiene una importante parte de culpa, porque Belén Esteban ni es nueva, ni es tonta, sólo se aprovecha de una circunstancia que la está encumbrando, amparándose en que no cobra por hablar de si misma, sino por hacer un trabajo digno y donde le va a perder el genio, la boca y la leche que se va a dar va a ser estrepitosa.
Confieso que a veces este personaje me da algo de lástima, pero es que con el tiempo que lleva metida en el ajo, a estas alturas ya tendría que saber cómo hacer las cosas…
Desde luego coincido con tu análisis, qué poca vergüenza tienen los que la sacan a pasear sin bozal para divertimento público, pero al mismo tiempo parece que BE esté aquejada del síndrome Ana Obregón (ser la protagonista a toda costa). Ella misma se lo busca.