Por mucho que algunos se empeñen en que esto de ver los programas de televisión por internet va a terminar con el sector, la creatividad y que los profesionales del medio se/nos van/vamos a morir de hambre, la instalación en nuestros hogares, y sobre todo en nuestras mentes, del nuevo sistema de consumo de televisión, es un hecho tan potente y tan asumido en algunos que se ha convertido en imparable.
Por mucho que los americanos parezcan ser los más beligerantes en este asunto y por mucho que presionen a otros paises para que nos controlen y nos afeen la conducta, ellos son los primeros en reconocer que la realidad ha cambiado y que es mucho mejor adaptarse a ella y explotarla comercialmente cuanto antes, que invertir dinero y esfuerzo en luchar contra el nuevo sistema establecido, por mucho que algunos sigan intentándolo. De hecho, algunas cadenas de televisión norteamericanas están expandiendo tanto el negocio de televisión por internet en estos momentos que, en un hipotético «cierre de internet», serían seguramente los primeros en protestar.
El principal problema está en quienes no terminan de ver las posibilidades fantásticas que la red ofrece y es a esos inmovilistas a quines les deberíamos recomendar este artículo de Computer World en el que uno de sus redactores nos cuenta el cambio sufrido en su vida desde que dejó de estar abonado a la televisión por cable, con la única intención de ahorrar, y cómo ha descubierto que, desde que internet es su única ventana a la televisión, no sólo ve muchas más cosas que antes, sino que las disfruta aun más.
Destaca el autor, no sólo la posibilidad de encontrar los programas a un par de clicks y casi todos en versión alta definición, sino la tranquilidad de no tener que estar pendiente del día de emisión del programa, de que se llene el disco duro o de que se estropee la grabación programada. A estas ventajas hay que añadir la posibilidad de organizarse el tiempo de otra manera, optando por ver los episodios a ritmo semanal casi como en la televisión tradicional o bien darse panzadas de temporadas completas en apenas un par de días, disfrutando del placer de tener el siguiente episodio cada vez que la producción nos deja con un cliffhanger al final de cada entrega.
Y por si todo esto fuera poco, programas de entretenimiento donde cada emisión sólo produce dos o tres gags destacables, dejan de consumir el tiempo del espectador durante una hora o más para entregarle directamente lo más valorado por los espectadores o lo más importante desde el punto de vista de la productora en pequeños clips seleccionados, que ahorran tiempo y mejoran sustancialmente la percepción que el espectador tiene del programa.
Por último, la publicidad se recibe de otra manera en internet, se es bastante más tolerante con ella, principalmente porque no interrumpe de la misma forma que en la televisión tradicional y porque, al menos por ahora, es mucho menos frecuente. Este quizá sea uno de los elementos en los que más deben trabajar las cadenas de televisión en su paso a la red, por ahora muy ligero de mensajes comerciales por una mera cuestión comercial, pero que debe permanecer así para no saturar al nuevo consumidor. Transmitir a las marcas la necesidad de no atosigar al espectador y la efectividad de estos mensajes, es fundamental para el cambio de medio y para conseguir que los anunciantes estén dispuestos a pagar mayores cantidades de dinero por algo en lo que no terminan de confiar, aferrados como están al sistema publicitario de siempre: la interrupción y la persistencia.
El artículo desprende un entusiasmo por la nueva forma de consumir televisión que debería hacer reaccionar a todos aquellos que piensan que en internet no hay negocio, que deben proteger sus programas de la exposición fuera de la estricta parrilla televisiva y que todos los que hay detrás del consumo online de series deberían ser multados o encarcelados, cuando en realidad todas esas personas son sus clientes más fieles, más fanáticos y más entregados.
El tema está en que el concepto de consumir televisión es radicalmente distinto en uno u otro caso. La forma tradicional hace al espectador un sujeto pasivo delante del televisor mientras que el consumo por internet lo transforma en un sujeto activo. En el primer caso es el programa el que va al espectador, en el segundo es el espectador el que va al programa. Lo cual implica la muerte del zapping. ¿Cuantas veces habeis zapeado consumiendo tv vía internet?. ¿0?.