Dos noticias sobre el tratamiento de la información de los canales de televisión son hoy a su vez noticia por la crítica, e incluso denuncia, que algunas asociaciones han hecho. Por una parte tenemos al CAC, que denuncia ante los tribunales a las cadenas Telecinco, Antena 3 y TVE por el tratamiento que están dando al caso Marta del Castillo. La trágica historia de Marta está siendo tratada en las diferentes cadenas de televisión según la personalidad de cada una y, mientras en Telecinco no tienen inconveniente en entrevistar a cualquiera que pueda contar algo sobre el asunto, sea o no menor, en otras cadenas lo denunciable quizá se limite a la excesiva atención que las informaciones del caso están recibiendo, convirtiendo algunos informativos en monográficos del asunto. No es la primera vez que me siento frente al televisor y pienso lo duro que debe ser para los familiares de esta pobre chiquilla no poder siquiera distraer su dolor con la televisión, al encontrarse constantemente informaciones que les recuerdan el horror por el que pasó la pobre Marta.
De todas las cadenas que han informado sobre el caso, solo tres han sido denunciadas y tengo curiosidad por saber, entrevistas a menores aparte, qué diferencia encuentra el CAC entre el tratamiento dado por Cuatro o La Sexta a la noticia y el dado por TVE, por poner sólo un ejemplo. Yo no he seguido con la suficiente atención la forma en que se ha tratado el caso en todas las cadenas, pero me encantaría saber dónde se pasa la raya en la información y por qué unas cadenas aparecen denunciadas y otras no ¿es el tiempo dedicado al asunto? ¿es la forma de tratarlo?
La otra cuestión morbotelevisiva que me llama la atención hoy es la denuncia, esta vez sólo verbal, de la AUC a la televisión británica y su tratamiento del caso Jade Goody. Según esta asociación, nos encontramos ante una snuff movie, y lo cierto es que no puedo estar más de acuerdo. El único interés que ha despertado esta mujer entre los británicos ha sido por el morbo de saber que apenas le quedaban unos días de vida, por la posibilidad de que de pronto muriera en directo. Era un personaje antipático, nunca cayó bien, insultaba a los compañeros y pasó por el programa que la lanzó a la fama como una clásica villana de este tipo de formatos. Sin embargo, tan pronto se supo que estaba enferma y terminal, las muestras de cariño se han sucedido por todo el país y la gente demandaba más y más información sobre su vida. En su entierro se prevee una afluencia de desconocidos brutal y se han instalado cámaras y pantallas de vídeo para poder llegar a todos los interesados. Una auténtica locura que sólo debería ser noticia por describir a una sociedad completamente enferma y una televisión que lo alimenta.
El espectáculo de Jade Goody acá en Reino Unido es espeluznante. Copa todos los medios, hasta los «serios». En fin.
Estos días ando leyendo un libro sobre sociología de la televisión y el título del primer capítulo es clarito: «If it Bleeds, it Leads». Tan antiguo como el circo romano…