Así como lo leeis, un estudio llevado a cabo en EE.UU. acaba de determinar que, para los menores de 35 años, la experiencia de ver televisión interrumpida con anuncios es mucho más placentera que la de ver esos mismo programas sin corte alguno. Según comentan en Time, no es porque los jóvenes consultados tengan la vejiga más pequeña y necesiten ir al baño con mayor frecuencia, ni tampoco por el hecho de que el final del corte comercial sea un placer similar al obtenido cuando dejas de golpearte el pulgar con un martillo, no, la cosa es mucho más profunda y a la vez más sencilla: se cree que esta sensación de bienestar provocada por los cortes comerciales responde al placer que provocan en el ser humano las cosas buenas en pequeñas dosis, placer que se resiente cuando esas mismas cosas tiene una duración excesiva (algo que igual deberían aplicarse los creadores de series españolas).
Si a esto unimos el hecho de que la estructura de las series americanas esté armada para crear pequeños momentos de tensión inmediatamente antes de cada corte publicitario, no cabe duda de que el espectador puede sentirse más atraido hacia una historia cuando esta le provoca sensaciones de intriga una vez cada diez minutos.
Un estudio interesante que los anunciantes y televisiones sin duda van a adorar.
Eso nunca pasará en España, aquí cortan la programación con anuncios en medio de una conversación.