Es sin lugar a dudas la notica comentable de la jornada: después de que hace un par de días circulara por la red un vídeo de Wyoming en pleno ataque de nervios contra una becaria del programa El Intermedio, y después de que en Intereconomía se lanzaran a hacer sangre con ello, ayer se «demostró» (lo pongo entrecomillado porque aun hay gente que lo pone en duda) que todo era un montaje del programa para desacreditar a Intereconomía.
Ayer El Intermedio daba explicaciones de cómo había ocurrido todo y de donde venía este interés por ridiculizar a terceros y la verdad es que, lejos de justificar lo hecho por unos u otros, lo único que quedó patente es que algunos utilizan la televisión para solventar rencillas personales o empresariales que nada tienen que ver con los ciudadanos de a pié que se sientan cada día frente al televisor a pasar un rato entretenido. Yo nunca he defendido eso de que todas las televisiones deben hacer servicio público porque al fin y al cabo son una concesión del estado, pero sí creo que el hecho de tener una licencia televisva no debería servir de plataforma para la pelea personal y la absurda bronca de patio de colegio que estos dos programas han manifestado.
En las imágenes mostradas ayer en El Intermedio, se me caía la cara de vergüenza ajena viendo cómo desde Intereconomía se manipulaba y se insultaba de forma zafia a unos compañeros que hacen su trabajo, con mayor o menos dignidad, pero es evidente que faltaba la otra parte de la historia, la de los chicos de El Intermedio o algún otro programa de La Sexta atacando a Intereconomía, y todo por una mera cuestión política de si unos son de izquierdas o de derechas (muy democrático, si señor).
Es bien cierto que en Intereconomía no han tenido gracia alguna con sus comentarios, contra El Intermedio en concreto y La Sexta en general pero, quitando la evidente falta de talento en los guiones ¿en qué se diferencia de lo que han hecho durante años los de Sé lo que hicísteis contra Telecinco? Me atrevería a decir que es lo mismo y que está feo que unos se molesten cuando los compañeros del plató de al lado están haciendo lo mismo y todos nos reimos. Evidentemente, es mejor tomárselo a risa y colarles un gol por toda la escuadra como han hecho en El Intermedio, que tomárselo a la tremenda como en su día hizo Jorge Javier Vazquez cuando le dieron de su propia medicina.
Es inevitable recordar cómo El Follonero lleva un tiempo haciendo este tipo de cosas a las cadenas rivales y ya dije en su día que era muy simpático, pero que podría llegar a convertirse en algo cansino y molesto si se repetía con asiduidad. Al final todos trabajan en lo mismo y andar jorobando a los compañeros por un pellizco de audiencia o para ganarte el título de listillo del mes no creo que compense, ni me parece demasiado ético. La Sexta ha entrado en una espiral peligrosa que alguien desde los despachos debería parar.
Estamos llegando a un punto en que efectivamente todo vale y ya empieza a cansar un poco. Las bromas después de repetirlas mucho van dejando de tener gracia y eso les esta pasando a los de la Sexta.
No se puede ser siempre tan graciosete y meterse con todo el mundo, al final se les puede rebotar el tema como un boomerang… porque no va a querer saber de ellos ni dios.