Otra vez a vueltas con el Product Placement, esta vez a cuenta de la última película de James Bond. Esta práctica, regulada en algunos paises, prohibida en otros y tolerada en el nuestro, parece que se pone de actualidad cada cierto tiempo, para recordarnos que no todos los productos que vemos en televisión o cine están ahí por casualidad ¡como si no nos hubieramos dado cuenta ya! ¿O acaso alguien ha pensado que Los Serrano pasaban tanto tiempo desayunando por casualidad? El último ejemplo, no nacional, lo tenemos en la nueva serie 90210, donde todos los alumnos del instituto tienen predileción por una bebida, la dulzona y repelente Dr.Pepper, que aparece en todas las mesas de la cafetería por arte del product placement y que nos llama la atención pero no nos molesta, al fin y al cabo algo han de beber estos chicos y no cabe duda que el dichoso jarabe es bastante popular en EE.UU.
Dice Antonio que el product placement puede ser una buena manera de sufragar el entretenimiento gratuito al que cada vez más tendemos, con la proliferación de las descargas y la poca capacidad para controlar el pago de una entrada al cine o de un streaming específico. Se garantiza así que el espectador ve la publicidad de un determinado producto y se contabiliza como visto sin problema alguno para el anunciante, para el creador y en mi opinión para el espectador, pues es evidente que en cualquier obra audiovisual aparecen productos susceptibles de tener marcas determinadas y todo buen creador ha de saber incorporarlos a la acción sin que esta sufra daños colaterales.
El quid de la cuestión radica en donde planteamos la venta de este product placement: antes o después de la escritura de la obra. Hace tiempo se quejaban algunos guionistas de Hollywood de la creciente exigencia de las cadenas de crear situaciones en torno a los productos que había que vender y de cómo esto afectaba a las tramas. Pero, si la cosa se plantea alrevés, no debería haber mayor problema. Es decir, si una vez escrito el guión de un determinado episodio, se busca cuantos elementos susceptibles de incorporar marcas en él existen, ya tenemos una cartera de productos que vender. Seamos sinceros, los briks de leche de Los Serrano nos llaman la atención porque son casi la única marca presente en la serie (junto con los famosos caramelos Haribo), pero si nos acostumbramos a ver series con productos de forma natural, como hay en todas las casas, será mucho menos chocante y casi más subliminal, e incluso efectivo, sin suponer un engaño para nadie.
Pero claro, todo esto es una ilusión, algo que podría pasar en un mundo inexistente donde los departamentos comerciales no estuvieran por encima de la calidad del productos. Algunos lo consiguen, yo no dejo de soñar.
En definitiva, lo bueno seria poner el producto al servicio de la serie y no al reves.
Como contaba Oscar Jaenada hace poco, en una serie con Emilio Aragon, en una escena que al parecer estaba saliendo bastante bien, le hicieron cortar porque al coger la botella de leche para beber habia tapado la marca, vamos que le dijeron «aca lo importarte es la leche no tu interpretacion», que supongo para un actor, guionista, director, debe ser un poco frustante.