Ni de las cadenas que programan los eventos importantes en diferido, ni de las que ponen montones de publicidad en medio de las más importantes celebraciones deportivas, ni siquiera de aquellas que se pasan la semana anunciando a bombo y platillo el gran episodio revelador de su serie estrella del año para luego mostrarlo todo en apenas los diez últimos segundos de programa.
Todos ellos consiguen, pese a faltar al respeto al espectador, los mejores índices de audiencia de su historia, de la semana o del año, todas sus cuentas salen a la perfección y no hay director financiero, de programación o ventas en el mundo de la televisión capaz de tomar por el cuello de la camisa a ninguno de los responsables de semejantes tropelías y pedirle explicaciones si no es para, con los ojos inyectados en sangre y el símbolo del dolar girando como en una máquina tragaperras, pedir más totalmente poseido.
Definitivamente, como espectadores no tenemos perdón y merecemos esta y cualquier otra de las tropelías que la televisión nos haga… y a aquellos que pronostican que el fin del audiovisual clásico está muy cerca, porque todos estamos ya acostumbrados a ver las cosas cuando queremos y no nos plegamos a la dictadura de las grandes corporaciones televisivas, la respuesta es clara: la audiencia de la NBC disparada con los juegos olímpicos. Esta tele tiene aun mucha vida por delante.
Por cierto, del título de la entrada no os creáis una palabra.
AMEN Nada mas que añadir.