Llevamos toda la semana recibiendo filtraciones sobre los finalistas a ganar los prestigiosos premios EMMY de la televisión americana y un montón de blogs de televisión hemos reproducido cada día la información que al respecto ha ido apareciendo. Sin embargo, ayer se entregaron los premios de la academia de la televisión en nuestro país y apenas hemos llenado unas breves líneas antes de que esta ceremonia tuviera lugar y la previsión es que no sean muchas más las que se escriban ahora que la entrega ha tenido lugar.
Si bien es cierto que la televisión de producción española arrasa en audiencias y que los productos extranjeros, básicamente norteamericanos, lo tienen muy complicado ahora para hacerse un hueco de éxito en las parrillas, no es menos cierto que el glamour y el caché informativo que las estrellas del otro lado del charco despiertan es aun inalcanzable, una paradoja que sería interesante analizar.
Respecto a los premios en si mismos no ha habido grandes sorpresas, quizá sea por eso por lo que tampoco ocupan muchas páginas de información y la retransmisión de la gala parece que dejó mucho que desear, según afirma mi crítico de cabecera.
Ante estos resultados una siempre se plantea qué es lo que se debe premiar en este tipo de eventos, qué es lo que se busca fomentar, si es que todo premio tiene una parte de reconocimiento al trabajo bien hecho y otra parte de inspiración. De ahí también la duda acerca de cuantos años seguidos puede un mismo producto ganar el mismo premio y qué dice eso de nuestra industria. Si año tras año nadie es capaz de superar las andanzas de los Alcántara es que tenemos un problema grave de creatividad o si no ha aparecido ninguna actriz capaz de superar la interpretación de Carmen Machi en Aida es que no hay guiones o directores capaces de sacar nada bueno de los grandes actores que sin duda alguna tenemos en este país. Todo ello sin desmercer ni a Cuéntame ni a Carmen Machi, que merecen todos y cada uno de los premios recibidos.