Juega España en Cuatro, partido internacional de la Eurocopa. Pasan los minutos y, aparte de lo poco que me gustan los comentaristas, no hay nada más en la retransmisión que me llame la atención o me moleste, a excepción de las absurdas conexiones con la Plaza de Colón de Madrid, que al menos son bastante infrecuentes.
Siguen pasando los minutos y, de pronto, me doy cuenta de que llevo viendo media hora de partido y no sé la edad de la mitad de los jugadores, ni los partidos que llevan jugados con su selección, pero tampoco sé cuantas veces han tirado a puerta de media en los últimos tres años, ni cual es la media de paradas por partido que tienen los porteros. Por no saber, no sé ni cuantas novias han plantado en los últimos dos veranos o cual es la media de camisetas sudadas que han repartido entre sus fans en el último año como internacionales.
Y es que, si por algo se caracterizan las retransmisiones de esta Eurocopa, es por su sobriedad y lo cierto es que a mi no me importa, porque lo que yo quiero cuando me siento a ver un partido, es ver fútbol.
La moda reciente de atosigar al espectador con estadísticas de toda clase, a cada cual más absurda, empieza a ser ridícula y, si bien los porcentajes de posesión de balón o las veces que un jugador ha sido internacional, son datos que aportan algo al partido, especialmente en esas ocasiones en que el juego está dormido y el comentarista ya no sabe qué decir, otros grafismos molestos que no hacen más que ensuciar la pantalla cada cinco minutos, son perfectamente prescindibles.
Lamentablemente, la sobriedad de la retransmisión también se está haciendo patente en el número de cámaras que se está utilizando y en la realización en general de los partidos, supongo que todo es un conjunto. Vaya lo uno por lo otro.
Totalmente de acuerdo. Y no crees que se ha perdido mucho estilo? no ya de los tiempos de Matías padre (la vertical del área), o Juan José Castillo (entró, entró) y, por supuesto, Héctor Quiroga (personal del hombre que está en el suelo), sino incluso de José Ángel de la Casa (mucho más cansino que los anteriores, pero no cayendo en la vulgarización de la acción y la ausencia de deporte sustituida por la algarada), Matías hijo, o del ding dong de Ramón Trecet.
La diferencia en estilo personal, sospecho que bagaje personal y de conocimiento del mundo del deporte con los actuales y más de Cuatro, es enorme. Ahora va el estilo fan, el mercado es el mercado.
Yo no diría que la palabra sea sobria. Quizá es petarda. Con esas ventanitas para ver la plaza de Colón sin dejarme ver el partido.