En el mes de Mayo las audiencias de los informativos han dado un vuelco y Pedro Piqueras, con su informativo nocturno para Telecinco, ha logrado liderar la noche. Podrían hacerse muchas valoraciones al respecto de este cambio, desde valoraciones políticas hasta otras relacionadas estrictamente con el formato, pero yo me voy a quedar solo con una, la del valor de la paciencia para asentar un producto en el que se confía y lo poco que esta misma actitud se estila para con otros programas.
El informativo de Piqueras ha sido el tercero en discordia durante más de dos años. Desde que debutara en febrero del 2006, Piqueras ha tenido que luchar contra Matías Prats y Lorenzo Milá en esta encarnizada lucha por la audiencia que, de haber sido una serie de televisión o un programa de entretenimiento, apenas hubiera durado dos telediarios, nunca mejor dicho. Sin embargo, en este extraño mundo de la televisión y sus estrategias, la información y el marketing que gira en torno a ella, porque no nos engañemos, todo es cuestión de imagen, permite que una tercera posición en la lista de los informativos más vistos sea aceptable, siempre y cuando la imagen que se proyecte sea buena, y la de Telecinco en este campo siempre lo ha sido, sobre todo frente a Antena 3, que pese a ostentar el liderazgo durante mucho tiempo, ha cargado con la pesada losa de parecer más un magazine promocional que un telediario.
Todo esto demuestra, al fin y al cabo, que el trabajo duro y la paciencia pueden tener su recompensa y que algunos programadores de dedo inquieto quiza deberían tomar menos café y permitir que algunos de sus productos hagan poso en la audiencia. No digo que esperen dos años y cuatro meses, como ha pasado en este caso, porque entiendo que eso es economicamente inviable, pero más de dos semanas si podrían esperar antes de empezar a marearlas por la parrilla. El efecto Piqueras acaba de demostrar que la perseverancia ayuda.
Sí, telecinco ha confiado en un telediario que se alimenta de TITULARES, pues es la única noticia que dan. El periodismo no sólo es un titular, pero es probable que el público sólo esté preparado para consumir titulares. Ya no leemos, pronto ni pensaremos.