Fox ha anunciado que la próxima temporada reducirá notablemente la duración de sus cortes comerciales, especialmente durante la noche de emisión de sus dos grandes apuestas, lo nuevo de J.J. Abrams, Fringe, y lo nuevo de Joss Whedon, Dollhouse.
Si bien esta apuesta por una reducción de las interrupciones es una estrategia a agradecer, desde The TV Addict afirman que la mejor manera de mantener al espectador atento a la pantalla no es necesariamente quitando los anuncios o poniendo menos cantidad, sino haciendo que estos merezcan la pena, concretamente de tres maneras: produciéndolos en alta definición, haciendo que cuenten una historia y consiguiendo que sean creativos y originales.
Aunque de entrada estoy de acuerdo con que estos tres principios son una buena base para un spot televisivo, discrepo del hecho de que sean una manera de mantener al espectador pegado a la pantalla para verlos pues, una vez vistos, el efecto novedad, originalidad, sorpresa, desaparece y el anuncio pasa a ser esa interrupción repetitiva que nos asalta cada dos por tres en medio de nuestra serie de televisión favorita.
Es evidente que no es lo mismo ver el espantoso anuncio de Lidl o Carrefour (por mucho que lo protagonice Blanca Portillo) que ver lo nuevo de Repsol o Coca-Cola pero ¿alguien se quedaría a ver esos anuncios cuando ya los conoce si tiene la opción de hacer fast forward sólo por el hecho de que sean mejores anuncios? Tengo mis dudas.
Está claro. Lo acabo de vivir con el nuevo anuncio de endesa y los hijos de tus hijos. El primero, te lo tragas, pero a partir de ahí, menudo tostón de campaña repetitiva…