Siguiendo un poco con todo este lío que se ha formado en torno a la posibilidad de que las cadenas públicas retiren o reduzcan la publicidad que emiten, parece evidente que el concepto de servicio público anda un poco disperso.
Mientras que algunos consideran que servicio público puede ser el simple hecho de dar trabajo a los miles de funcionarios que trabajan en las cadenas públicas tras haber opositado en concurso, otros creen que las propias cadenas privadas también hacen uso del espectro, que es de todos, para su emisión privada y por tanto están recibiendo una «subvención» del estado para llevar a cabo su labor empresarial, que revierte en el enriquecimiento de unos pocos.
Mientras unos afirman no estar dispuestos a poner un duro más para ver una televisión pública sin anuncios, otros si se rascarían el bolsillo por una BBC a la española y los hay que afirman que la nuestra ya es una televisión con contenidos de servicio como las clases de inglés, las misas de los domingos o algunos programas de divulgación y reportajes.
Lo que no vemos en nuestra televisión pública y es algo que creo sería muy interesante, es un auténtico servicio público y de gran calado, algo que recientemente he podido ver en la BBC, una versión de los clásicos PSA (Public Service Announcement o Anuncios de Servicio Público) asociados a las tramas de las series de televisión que se emiten en la cadena. Así, si en una serie de TVE nos encontramos dramas familiares provocados por un adolescente que bebe, un marido maltratador o un embarazdo no deseado, las pausas publicitarias podrían ofrecer mensajes de organizaciones destinadas a ayudar en este tipo de situaciones. Lo vemos también en la propia página web de la BBC y en algunas de sus series, donde personajes protagonistas se enfrentan al cancer, la afasia o a adolescentes desaparecidos y desde la propia web se puede acceder a recursos informativos sobre el tema y a asociaciones que ayudan a personas con este problema.
Estas iniciativas las hemos visto en algunas, muy contadas, ocasiones en series norteamericanas, que en momentos donde ha tenido lugar alguna crisis informativa, alguna serie ha enviado mensajes de apoyo con teléfonos de contacto para niños maltratados o mujeres con problemas, aunque son muy comunes fuera de la trama televisiva en si misma, donde actores y otras celebridades se suman con frecuencia a todo tipo de asociaciones benéficas o solidarias.
Iniciativas como Doce meses, doce causas o Ponle freno, que vemos en las privadas, son importantes, pero son bastante genéricas y acaban por no concretarse en nada. Un verdadero servicio a la sociedad sería ofrecer de un modo claro, concreto, con nombres y números de teléfono, con direcciones de correo accesibles a un click o con tan solo descolgar el teléfono esas necesidades que se tienen en tantas familias y que desde la BBC han sabido detectar y poner en marcha.
Un servicio público es muy relativo desde el momento que muchísima gente y cada vez más ancianos utilizan la tele como mera compañía. Es lo que necesitan. Programas que les arropen, que pongan una voz en su casa, que les sirva para distraerse. Con eso ya se dan por satisfechos. Ante eso, es muy difícil hacer un perfil porque una simple discusión en la tele le basta y le sobra, sea cual sea el tema. Y luego le pone usted unos documentales de La 2 y no le dicen nada. Un taxi es un servicio público en el momento que te lleva a casa o donde tengas que ir cumpliendo con las normas de tráfico, no le pidamos además que nos culturice en el trayecto. Con ser respetuoso, educado y cumplir con las normas debe bastar a priori. Habrá taxistas más simpáticos y otros menos, con mejor conversación o peor e incluso ninguna pero no por eso dejan de dar un servicio público. Pues con la tele es muy parecido…