A la vista está que tengo que dedicarme a la producción, que es lo mío, y dejarme de finanzas, porque al escuchar el pasado martes la propuesta de Sarkozy sobre la financiación de la televisión pública francesa por medio de una cuota impuesta a las cadenas privadas, lo primero que pensé fue que era una locura. La realidad sin embargo ha sido que todas las televisiones privadas se han puesto en pie para aplaudir a Sarkozy, deseosas de que la normativa se aplique en el país galo y se extienda por toda la comunidad europea.
Los motivos son bien claros, como enseguida vieron mis comentaristas en la entrada al respecto que hacía ese día: si se elimina la publicidad en la televisión pública, hay mucha más tarta publicitaria para repartir y todas las cadenas privadas son mucho más felices.
Cierto es que yo no me paré a pensar en ello y que en cambio lo vi muy claro cuando todo el mundo me hacía notar lo evidente pero, aun así y dándole vueltas, financiar una televisión pública es una empresa muy costosa ¿cuanto dinero deberán aportar las privadas para ello? ¿no acabará saliendo, como suele decirse, «lo comido por lo servido»?
Es cierto que hemos escuchado a los señores de UTECA decir lo contentos que están con la propuesta de eliminar la publicidad de la televisión pública pero ¿alguien ha oído a algún dirigente de televisión privada decir que esté dispuesto a sufragarla con el sudor de su frente?
Si, soy muy cabezota, pero es que este tema no termino de verlo claro… pero bueno, las matemáticas nunca se me dieron bien.
Bueno, si se hace un modelo de televisión pública muy «ajustado» y comedido, abandonando la comercialidad, quizá resulte sostenible una televisión pública sin publicidad y «pagada» por las privadas.
Pero si la televisión pública tiene un modelo casi tan comercial como las privadas, no creo yo que éstas quieran pagar «los caprichos» de la primera. A no ser que el pastel publicitario sobrante sea tan grande que haga que el «sacrificio» merezca la pena.
No sé, creo que la idea debería perfilarse un poco más antes de lanzarse a aplaudirla tan alegremente.
Saludos.