Imaginemos por un instante: Prime Time de Telecinco, reportaje de cámara oculta en el que vemos a un pederasta contactar con una menor para acudir a una cita en su casa en la que llevar a cabo sus ilegales fantasías. El hombre llega a casa de la niña, se sientan a charlar en el salón y en la conversación queda más que probada la intención sexual del encuentro. La niña decide ir a la cocina a por algo de picar y cuando ella sale, aparece en su lugar Mercedes Milá preguntándole al pederasta si no cree que necesita tratamiento psiquiátrico. Tras contestar que si y salir por piernas, el delincuente se topa con dos fornidos policías en el exterior de la casa, que no es sino un cebo para pillar a este tipo de personajes que pululan por la red y que está forrada de cámaras de televisión.
Lo narrado es un supuesto, que probablemente nunca podríamos ver en España, donde el derecho a la presunción de inocencia y el del honor y la propia imagen de estos individuos seguramente estarán por encima del buen uso que pueda hacerse de un programa denuncia como este. Además, se establecería la discusión de si es ético utilizar un programa de televisión para estos menesteres o si inducir al delito, aunque sepamos que estos ya son delincuentes, es o no válido.
Un montón de preguntas sin respuestas blancas o negras que en Israel han optado por obviar en favor de lo que consideran el bien común: retirar de la circulación a unos cuantos pederastas y hacer que otros tantos al menos se lo piensen a la hora de cometer sus delitos.