Hubo un tiempo, los años dorados del cine americano, en que las grandes estrellas del celuloide firmaban contratos con las productoras independientemente de si estas tenían una película por rodar o un papel para esa estrella. Lo importante era tener al actor o actriz de moda en tu plantel y luego ya se iría conformando el puzzle entre actores y guiones para sacarle el mayor rendimiento posible.
Como una reina de los años dorados de Hollywood debe sentirse hoy Lauren Graham, que acaba de firmar un contrato con la NBC para trabajar en la cadena, aunque aun no existe ningún proyecto concreto para ella.
Eso es ser una chica con gancho.
Esos contratos de la edad de oro de Hollywood eran una forma de esclavismo bien pagado que todas las estrellas intentaban romper cuando tenían la fuerza suficiente para hacerlo. Normalmente eran contratos a siete años que jóvenes hambrientos firmaban sin leer la letra pequeña. Permitían a los estudios, por ejemplo, ceder a otros estudios a los actores bajo contrato sin que estos recibieran nada a cambio. Y a los actores díscolos, los colocaban en películas mediocres o inapropiadas para que fracasaran. Son legendarias las peleas de estrellas con carácter como Bette Davis con las productoras que la maniataban.
Eran otros tiempos, supongo que Lauren Graham estará bien aconsejada.